Page 82 - El niño con el pijama de rayas
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no quiero.
        —Bueno, tú verás —dijo Gretel, cada vez más simpática—. Yo en tu lugar no
      se lo contaría a nadie.
        —Bueno —repuso Bruno fingiendo tristeza—, supongo que tienes razón. No se
      lo dirás a nadie, ¿verdad?
        Gretel negó con la cabeza.
        —A nadie. Sólo a mi amiga imaginaria.
        Bruno soltó un gritito de asombro.
        —¿Tú también tienes una? —preguntó, e imaginó a su hermana en otro tramo
      de  la  alambrada  hablando  con  una  niña  de  su  edad,  compartiendo  sarcasmos
      durante horas.
        —Es broma —dijo ella riendo—. ¡Por favor, pero si tengo trece años! No
      puedo comportarme como una cría.
        Y dicho aquello, salió muy airosa de la habitación. Bruno la oyó hablar con
      sus  muñecas  en  el  dormitorio  del  otro  lado  del  pasillo  y  regañarlas  por  haber
      armado tanto jaleo durante su ausencia, puesto que ahora ella tendría que volver
      a ordenarlo todo, como si no tuviera nada mejor que hacer.
        —¡Desde luego…! —suspiró el niño.
        Intentó concentrarse de nuevo en la lectura, pero había perdido el interés y se
      quedó  contemplando  la  lluvia  y  preguntándose  si  Shmuel,  dondequiera  que
      estuviera,  estaría  pensando  en  él  y  si  también  echaría  de  menos  sus
      conversaciones.
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