Page 83 - El niño con el pijama de rayas
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15. Una cosa que no debería haber hecho
Durante varias semanas estuvo lloviendo de manera intermitente, y Bruno y
Shmuel no se vieron tanto como les habría gustado. Pero aun así se vieron, y
Bruno empezó a preocuparse por su amigo porque cada día lo veía más delgado
y más pálido. Solía llevarle pan y queso, y de vez en cuando hasta conseguía
esconder un trozo de pastel de chocolate en su bolsillo, pero la caminata desde la
casa hasta el tramo de alambrada donde se encontraban era larga, y a veces a
Bruno le entraba hambre por el camino y tomaba un bocado de pastel, y un
bocado llevaba a otro, y luego a otro, y cuando sólo quedaba un pedacito pensaba
que no estaría bien dárselo a Shmuel porque no conseguiría saciar su hambre,
sólo engañarla.
Se estaba acercando el cumpleaños de Padre y, aunque él decía que no
quería celebrarlo, Madre organizó una fiesta para todos los oficiales que servían
en Auschwitz y había mucho ajetreo para prepararla.
Cada vez que Madre se sentaba a la mesa para hacer más planes para la
fiesta, el teniente Kotler estaba a su lado para ayudarla, y daba la impresión de
que entre los dos hacían más listas de las necesarias.
Bruno decidió redactar su propia lista. Una lista de todas las razones por las
que no le caía bien el teniente Kotler.
En primer lugar, el hecho de que nunca sonreía y siempre parecía estar
buscando a alguien a quien estropearle el día. Luego, el hecho de que, en las
raras ocasiones en que hablaba con Bruno, el teniente lo llamaba « jovencito» ,
algo sumamente desagradable, sobre todo teniendo en cuenta que, como
señalaba Madre, el soldado todavía no había dado el estirón. También, el hecho
de que se pasaba horas bromeando con Madre en el salón, y ésta le reía las
gracias más que a Padre.
Asimismo, Bruno recordaba el día que un perro se acercó a la alambrada y
se puso a ladrar: cuando lo oyó, el teniente Kotler fue derecho hacia el animal y
le pegó un tiro. Y también estaban todas aquellas tonterías que hacía Gretel
siempre que él andaba cerca. Y no había olvidado lo furioso que se había puesto
el teniente con Pavel, el camarero que en realidad era médico, en aquella cena.
Además, siempre que Padre tenía que ir a Berlín y pasar allí la noche, el
teniente se quedaba en la casa como si él estuviera al mando: todavía no se había
marchado cuando Bruno iba a acostarse y ya había vuelto por la mañana antes
de que él se despertara.
Había muchas razones más por las que no le caía bien el teniente Kotler, pero
aquéllas fueron las que se le ocurrieron primero.
La tarde anterior a la fiesta de cumpleaños, Bruno estaba en su habitación con
la puerta abierta cuando oyó llegar a Kotler y hablar con alguien, aunque no oyó
que nadie le contestara. Unos minutos más tarde, cuando Bruno bajó, oyó a