Page 77 - El niño con el pijama de rayas
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saltaron las lágrimas y Gretel palideció.
        Más tarde, cuando el niño se fue a la cama, pensó en todo lo ocurrido durante
      la  cena.  Recordaba  lo  amable  que  había  sido  Pavel  con  él  la  tarde  que  había
      montado el columpio, y cómo le había parado la hemorragia de la rodilla y el
      cuidado con que le había aplicado el ungüento verde. Y aunque Bruno se daba
      cuenta de que normalmente Padre era un hombre muy amable y considerado,
      no  le  parecía  justo  ni  correcto  que  nadie  hubiera  impedido  al  teniente  Kotler
      ponerse  tan  furioso  con  Pavel.  Si  en  Auschwitz  eso  era  normal,  más  valía  no
      llevarle la contraria a nadie; de hecho, lo mejor que podía hacer era mantener la
      boca cerrada y no causar ningún problema. Podía haber alguien a quien no le
      gustara.
        Su  antigua  vida  en  Berlín  ya  parecía  un  lejano  recuerdo,  y  casi  no  se
      acordaba  del  aspecto  de  Karl,  Daniel  y  Martin,  salvo  que  uno  de  ellos  era
      pelirrojo.
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