Page 76 - El niño con el pijama de rayas
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cuando nos corresponde a todos contribuir al renacer nacional? ¿Era tísico?
        El teniente Kotler se quedó mirando a su comandante, desconcertado.
        —¿Perdón? —preguntó.
        —¿Se  marchó  a  Suiza  porque  los  médicos  le  recomendaron  un  cambio  de
      aires?  —explicó  Padre—.  ¿O  tenía  algún  motivo  concreto  para  salir  de
      Alemania? En mil novecientos treinta y ocho —añadió tras una pausa.
        —Me temo que no lo sé, herr comandante —respondió Kotler—. Eso tendría
      que preguntárselo a él.
        —No creo que fuera fácil. Puesto que se encuentra tan lejos. Pero quizá sea
      eso. Quizá estaba enfermo. —Padre vaciló un instante; luego asió el tenedor y el
      cuchillo y siguió comiendo—. O quizá tenía… discrepancias.
        —¿Discrepancias, herr comandante?
        —Con la política del gobierno. De vez en cuando se oyen casos parecidos.
      Tipos  extraños,  supongo.  Trastornados,  algunos  de  ellos.  Traidores,  otros.
      Cobardes,  también.  Supongo  que  habrá  informado  a  sus  superiores  de  las
      opiniones de su padre, ¿verdad, teniente Kotler?
        El joven abrió la boca y tragó, pese a que no tenía nada que tragar.
        —No  importa  —dijo  Padre—.  Quizá  no  sea  un  tema  de  conversación
      adecuado para la mesa. Ya hablaremos de eso en otro momento.
        —Herr comandante —dijo el teniente inclinándose hacia delante con gesto de
      preocupación—, puedo asegurarle…
        —No, no es un tema de conversación adecuado para la mesa —repitió Padre
      con aspereza, haciéndolo callar de inmediato.
        Bruno los miró a uno y otro, divertido y a la vez asustado por la atmósfera
      que se había creado.
        —Me encantaría ir a Suiza —dijo Gretel tras un largo silencio.
        —Come, Gretel —dijo Madre.
        —¡Pero si sólo digo que…!
        —Come  —repitió  Madre,  que  iba  a  decir  algo  más  aunque  la  interrumpió
      Padre llamando a Pavel otra vez.
        —¿Qué  te  pasa  esta  noche?  —preguntó  mientras  el  camarero  descorchaba
      otra botella de vino—. Es la cuarta vez que tengo que pedirte más vino.
        Bruno miró a Pavel para comprobar que el anciano estaba bien, aunque éste
      consiguió quitar el tapón sin provocar ningún accidente. Pero después de llenar la
      copa de Padre, se dio la vuelta para servir más vino al teniente Kotler; entonces
      se le resbaló la botella de las manos y derramó parte de su contenido en el regazo
      del joven soldado.
        Lo  que  ocurrió  entonces  fue  imprevisto  y  sumamente  desagradable.  El
      teniente Kotler se puso furioso con Pavel y nadie —ni Bruno, ni Gretel, ni Madre,
      ni siquiera Padre— intervino para impedir que hiciera lo que hizo a continuación,
      aunque  ninguno  de  ellos  tuvo  valor  para  mirar.  Sin  embargo,  a  Bruno  se  le
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