Page 150 - 12 Kepler
P. 150

mucho en sus escritos, lo cual puede ser inteIJ)ret:ado como desin-
                    terés o como annonía y ausencia de problemas. La annonía conyugal
                    no mueve la pluma; el menosprecio, tampoco. Susanna era huér-
                    fana y tenía veinticuatro años cuando se celebró la boda, en 1613.
                    Pese a su humildad y discreción, cualidades por las que no asomó a
                    los prolijos escritos de Kepler, fue la elegida entre ¡once candidatas!
                        Con Susanna tuvo siete hijos, aunque tres murieron en la in-
                    fancia.  ¿Se portó Johannes bien con ella? No lo sabemos. Pode-
                    mos juzgar indirectamente. Cuando se desplazó a Ulm en busca de
                    impresor para las Tablas rudoljinas,  sin tener un destino en nin-
                    gún sitio, dejó a Susanna instalada en Ratisbona, con amplia prole
                    y escaso dinero. No volvió hasta diez meses después. Pero enton-
                    ces se fue a Praga, donde estuvo cinco meses. Y luego debió viajar
                    a Linz.  ¡Pobre Susanna! Kepler había rechazado ofertas para tra-
                    bajar en cátedras de Italia y de Inglaterra. Él mismo pidió la cáte-
                    dra de Estrasburgo, en cuya universidad incluso había colgado un
                    retrato suyo, ¡tanto se le quería allí! y un amigo le ofrecía su propia
                    casa,  y le fue  concedida su petición,  pero ...  la rechazó porque
                    decía que no podía hacerse cargo de los gastos del viaje (?).
                        Al fin, la familia pudo residir en Zagan, y ya sin pasar apuros
                    económicos. Pero entonces fue cuando él, quizá algo trastornado,
                    llevándose libros y mucho dinero, viajó sin que se sepa el motivo
                    ni el destino y fue a morir a Ratisbona. Parece que sus mujeres no
                    pudieron rivalizar con sus dos amadas féminas: Venus y la Luna.
                        Jakob Bartsch, el ayudante y colaborador más cercano de Ke-
                    pler y que acabó casándose con Regina, se portó admirablemente
                    bien con Susanna, procurando reunir, sin mucho éxito, el dinero
                    que se le debía a su marido y el que debía percibir por sus últimas
                    publicaciones. W allenstein, en Praga, pagó los atrasos que le debía
                    a Kepler (250 florines),  pero se desentendió en lo sucesivo. En
                    Ratisbona se unieron en la tumba de Kepler, Susanna, Bartsch y
                    su hijastro, Ludwig Kepler,  hijo de Barbara, quien aunque tam-
                    poco andaba sobrado de dinero, se portó también muy bien con
                    ella. Susanna se mudó a Frankfurt, donde vivió en la miseria. No
                    hubiera ocurrido así si hubiera podido cobrar todo lo que se le
                    debía a su marido. Murió, precisamente también en Ratisbona, a
                    la edad de cuarenta y siete años.





         150        EL ESCRITOR
   145   146   147   148   149   150   151   152   153   154   155