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intercalados. Se le pidió que regresara pronto, pues se había fijado
ya la fecha de la boda. Kepler tardó más de tres meses en volver a
Graz, tanto que la novia se había cansado de esperar. Cuando
llegó, ya había perdido a la novia, pero no su empleo, a pesar de
que había pedido permiso para dos meses y volvió al cabo de siete.
Nuevamente, los amigos enternecieron a Barbara y a su padre, y
al fin Kepler se casó con ella cuando él contaba con veintiséis
años de edad. La demora de su viaje de vuelta a Graz demostraba
que Kepler estaba más entusiasmado con la fabricación del gran
copón en la corte de Stuttgart que con su propia boda.
«Tenía un carácter estúpido, malhumorado,
solitario y melancólico.»
- KEPLER, ACERCA DE SU PRIMERA MUJER, BARBARA MOLLER.
También hay que decir que el hermoso caudal de la novia
debió de pesar en la decisión. Kepler, tan místico en su pensa-
miento y en su obra, no despreciaba el dinero, aunque fuera para
poder dedicarse sin trabas económicas a su intensa actividad
creadora. No se quiere con esto decir que el patrimonio fue el
móvil principal del matrimonio, pero sí que tuvo su influencia. Sin
embargo, el padre de Barbara nunca derrochó generosidad con su
hija y con su soñador yerno. «Le retuvieron su fortuna injusta-
mente y ahora solo puede permitirse una sirvienta contrahecha»,
contó Kepler a Hans Georg Herwart von Hohenburg, con quien
mantuvo una larga relación epistolar.
Barbara era hermosa, algo regordeta, «de mente simple y
cuerpo grueso». Al principio era virtuosa, honesta y discreta.
Como nos contó el propio Kepler, su matrimonio fue «más apa-
cible que feliz, aunque dotado también de amor y delicadeza», lo
cual, acostumbrados a su desnuda franqueza, nos hace pensar
que la armonía de su casa no fue menor que la que buscó en el
cosmos. Pero esta paz y esta delicadeza no debieron de ser muy
constantes a juzgar por otros escritos en los que Kepler describe
su hogar como un infierno. Fue un matrimonio con muchos pro-
blemas, no solo por la incompatibilidad de caracteres y por la
148 EL ESCRITOR