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EL PROBLEMA DE LAS FUENTES

               Paradójicamente, las fuentes de las
               que procede el conocimiento actual
               sobre matemáticas griegas son me-
               nos directas y fiables que las que se
               dispone sobre Egipto y  Mesopota-
               mia, aunque estas son mucho más
               antiguas. No ha llegado hasta la ac-
               tualidad ningún manuscrito original
               de los matemáticos griegos impor-
               tantes. Una  posible explicación se
               encuentra en la fragilidad de los so-
               portes,  pero sobre  todo se  debe
               responsabilizar a las destrucciones
               que sufrieron  las  grandes biblio-
               tecas de los antiguos griegos.  La
               fuente principal de las obras mate-
               máticas griegas son, en  primer lu-
               gar, los códices bizantinos manus-
               critos en  griego, posteriores a las
               obras originales entre 500 y  1 500
               años, y, después, las traducciones al
               árabe y las versiones latinas de esas   Manuscrito perteneciente al  Tratado del cielo de
               traducciones. El  problema de estas   Aristóteles en la edición latina realizada en 1502
                                             en Holanda.
               obras es que no son reproduccio-
               nes literales, sino ediciones críticas,
               y  es  difícil aislar las aportaciones de los editores o  incluso tener la  seguridad
               de que se entendieron correctamente los originales. Para completar el cuadro
               de las  matemáticas griegas clásicas,  los estudiosos cuentan también con las
               fuentes no estrictamente matemáticas pero sí próximas, que han resultado ser
               de un enorme valor. Los filósofos griegos, especialmente Platón y Aristóteles,
               tenían mucho que decir sobre matemáticas, y sus escritos han sobrevivido. De
               una u otra forma, disponemos de las obras de Euclides, de Arquímedes, y  de
               otros matemáticos griegos, aunque la reconstrucción de sus obras ha sido una
               tarea formidable que todavía presenta lagunas y  cuestiones en debate.






         defendió la imagen de Pitágoras y su secta como maestros del nú-
         mero, la música y la armonía astronómica. La armonía era un prin-
         cipio de equilibrio cósmico mencionado antes por algunos preso-






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