Page 59 - 13 Pitagoras
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En ella se han trazado las tres alturas del triángulo. A conti-
      nuación, estas alturas se han prolongado hasta dividir los cuadra-
      dos situados sobre los catetos en dos rectángulos. Considerando
      las medidas de sus lados, resulta que el área del rectángulo supe-
      rior derecho es e• ( a cosB). Lo  asombroso es que esta área es la
      misma que la del rectángulo inferior derecho. El área de las sec-
      ciones izquierdas es b • ( a cos C).  Además, aparecen los dos frag-
      mentos b • (ccosA), lo que arroja el resultado:
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                         a = b +c -2 • b •e• cosA,
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      y esta es nada menos que la ley del coseno.
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          Por tanto, si A = 90º, el cos 90º = O y resulta b + c = a  , la cele-
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      bérrima relación pitagórica.  De este modo, la ley del coseno es
      una extensión del teorema de Pitágoras.
          Otra propiedad sorprendente se manifiesta en los cuatro cua-
      drados que  pueden generarse sobre los lados  de  un paralelo-
      gramo. Tal y como se aprecia en la figura 18, la suma de las áreas
      de los cuatro cuadrados es igual a la suma de los dos cuadrados
      que pueden dibujarse sobre las diagonales. Se trata de la ley del
      paralelogramo.





      DIVERTIMENTOS MATEMÁTICOS

      Para poner fin al comentario sobre las manifestaciones contem-
      poráneas de uno de los más venerables resultados matemáticos
      de la historia de la ciencia, vale la pena considerar un par de di-
      vertimentos, que a pesar de serlo, no están en absoluto exentos de
      utilidad.
          En primer lugar, el teorema de Pitágoras permite responder ·
      a una pregunta que  el ser humano se hizo desde el mismo mo-
      mento en que conoció la curvatura de la Tierra: ¿Hasta qué dis-
      tancia es posible ver en el horizonte? Para calcularlo, únican1ente
      es preciso saber la altura sobre el nivel del mar en la que se en-
      cuentra el observador. A modo de ejemplo, en el caso de que el
      observador esté admirando el paisaje en lo alto de una montaña






                                                         EL TEOREMA        59
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