Page 16 - Lucado. Max - Como Jesús_Neat
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Había sido un día largo. Jerusalén estaba atiborrada con los que habían venido para celebrar la
Pascua, la mayoría de los cuales anhelaban echar por lo menos un vistazo al Maestro. El sol de la
primavera era cálido. Las calles estaban secas. Los discípulos se hallaban lejos de casa. Una
buena rociada de agua fría sería refrescante.
Los discípulos entraron, uno por uno, y tomaron sus lugares alrededor de la mesa. En la pared
cuelga una toalla, y en el suelo hay una jarra y una palangana. Cualquiera de los discípulos pudiera
ofrecerse voluntariamente para hacer el trabajo, pero ninguno se ofrece.
Después de pocos momentos Jesús se levanta y se quita su túnica exterior. Se envuelve en la
cintura el cinto del siervo, toma la palangana y se arrodilla frente a uno de los discípulos. Desata la
correa de la sandalia, y con suavidad levanta el pie y lo coloca sobre la palangana, cubriéndolo con
agua y empieza a lavarlo. Uno por uno, un pie sucio tras otro, Jesús avanza por la hilera.
En los días de Jesús lavar los pies era una tarea reservada no para los criados sino para el más
bajo de los criados. Todo círculo tiene su propio orden, y el círculo de trabajadores domésticos no
era la excepción. El siervo que se hallaba en el punto más bajo en la escala era el que tenía que
arrodillarse con la toalla y la palangana.
En este caso el que estaba con la toalla y la palangana era el Rey del universo. Las manos que
formaron las estrellas ahora lavaban la suciedad. Los dedos que formaron las montañas daban
masajes a los dedos de los pies. Aquel ante quien todas las naciones un día doblarán las rodillas se
arrodilla frente a sus discípulos. Horas antes de su muerte, la preocupación de Jesús es singular.
Quiere que sus discípulos sepan cuánto los ama. Más que quitando suciedad, Jesús está quitando
duda.
Jesús sabe lo que ocurrirá con sus manos en la crucifixión. En veinticuatro horas serán
perforadas y quedarán sin vida. De todas las veces que esperaríamos que pidiera la atención de
sus discípulos, sería esta. Pero no lo hace así.
Usted puede estar seguro de que Jesús conoce el futuro de los pies que está lavando. Estos
veinticuatro pies no estarán al día siguiente siguiendo a su maestro, defendiendo su causa. Estos
pies saldrán despavoridos buscando refugio a la vista de la espada romana. Solo un par de pies no
lo abandonarán en el huerto. Solo un discípulo no lo abandonará en el Getsemaní: ¡Judas ni
siquiera llegaría a ese punto! Abandonaría a Jesús esa misma noche en la mesa.
Busqué una traducción de la Biblia que dijera: «Jesús les lavó los pies a todos los discípulos,
excepto a Judas», pero no la encontré. ¡Qué momento más apasionado cuando Jesús en silencio
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