Page 27 - Lucado. Max - Como Jesús_Neat
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Muchos ya lo hacen. Algunos tienen el toque maestro del Médico mismo. Usan sus manos para
orar por los enfermos y ministrar a los débiles. Si usted no está tocándoles personalmente, sus
manos están escribiendo cartas, marcando números telefónicos, horneando pan. Usted ha
aprendido el poder del toque.
Pero otros tendemos a olvidarnos. Nuestros corazones son buenos; es solo que nuestros
recuerdos son malos. Nos olvidamos cuán significativo puede ser un toque. Tenemos miedo de
decir cosas equivocadas, o usar el tono errado de voz, o actuar equivocadamente. Así que antes de
hacerlo incorrectamente, no hacemos nada.
¿No nos alegramos de que Jesús no cometió semejante equivocación? Si su temor de hacer
algo equivocado le previene de hacer algo, tenga presente la perspectiva de los leprosos del
mundo. No son quisquillosos. No son remilgados. Sencillamente están solos. Están anhelando un
toque divino.
Jesús tocó a los intocables del mundo. ¿Hará usted lo mismo?
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra
pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en
un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y
luego olvida cómo era.
SANTIAGO 1.22– 24
CAPÍTULO CUATRO
OIGA LA MÚSICA DIVINA
Un corazón que escucha
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