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LA PRÁCTICA DE LA PRESENCIA




            ¿Cómo,  entonces,  vivo  en  la  presencia  de  Dios?  ¿Cómo  percibo  su  mano  invisible  sobre  mi
            hombro y su voz inaudible en mi oído? Así como la oveja se familiariza con la voz del pastor. ¿

            Cómo podemos usted y yo familiarizarnos con la voz de Dios? Las siguientes son una cuantas
            ideas:


                Entréguele a Dios sus pensamientos al levantarse . Antes de enfrentarse al día, busque el rostro
            del Padre. Antes de saltar de la cama, póngase en su presencia. Tengo un amigo que ha hecho el

            hábito de ponerse de rodillas al bajarse de su cama, y empezar su día en oración. Personalmente,
            no hago eso. Con mi cabeza todavía sobre la almohada y mis ojos todavía cerrados, le ofrezco a

            Dios los primeros segundos de mi día. La oración no es ni larga ni formal. Dependiendo en cuanto

            sueño he logrado tener, tal vez ni siquiera sea inteligible. A menudo no es más que «Gracias por el
            descanso de la noche. Hoy te pertenezco a ti».


                C. S. Lewis escribió: «El momento en que se levanta cada mañana … [todos] sus deseos y
            esperanzas para ese día se le acercan en tropel como animales salvajes. La primera tarea de cada

            mañana consiste en hacerlos retroceder; en escuchar esa otra voz, tomar ese otro punto de vista,
            permitir que esa otra vida, más grande, más fuerte, más tranquila, entre y fluya».
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                Así es como el salmista empezaba su día: «De mañana escuchas mi voz; muy temprano te
            expongo mi caso, y quedo esperando tu respuesta» ( Salmo 5.3 , VP). Esto nos lleva a la segunda

            idea:

                Entréguele  a  Dios  sus  pensamientos  mientras  espera  .  Pase  tiempo  con  Él  en  silencio.  La

            pareja casada madura ha aprendido el tesoro del silencio compartido; no necesitan llenar el aire
            con charla constante. Simplemente estar juntos es suficiente. Trate de estar en silencio con Dios.

            «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios» ( Salmo 46.10 ). Darse cuenta de la presencia de Dios

            es fruto de la quietud ante Dios.

                Dan Rather le preguntó a la madre Teresa:

                -¿Qué le dice usted a Dios cuando ora?

                La madre Teresa contestó, más bien quedamente.

                -Escucho.



            5 Según lo cita Timothy Jones, The Art of Prayer [El arte de la oración], Ballantine Books, Nueva York, 1997,
            p. 133.
                                                                                                                   47
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