Page 51 - Lucado. Max - Como Jesús_Neat
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hombre y más moderados que las señoras. La mayoría estábamos contentos. Contentos con un
            vuelo predecible, sin contratiempos. Contentos de tener un «buen» vuelo.


                Puesto que eso es lo que buscábamos, eso fue lo que conseguimos.

                El niño, por otro lado, quería más. Quería ver al piloto. Si se le pide que describa el vuelo, no
            diría «bueno». Lo más probable es que mostraría las alas que le dio el piloto, y diría: «Vi al hombre

            en su propio asiento».

                ¿Ve usted por qué digo que la gente en el avión y la gente en las bancas de la iglesia tienen

            mucho  en  común?  Entre  en  la  nave  de  cualquier  iglesia  y  mire  las  caras.  Unos  pocos  están
            conteniendo  risitas,  un  par  están  malhumorados,  pero  la  gran  mayoría  estamos  contentos.

            Contentos de estar allí. Contentos de estar sentados, mirar fijamente al frente y salir cuando el culto

            se  acaba.  Contentos  de  disfrutar una  asamblea  sin  sorpresas  ni turbulencia.  Contentos  con  un
            «buen» culto. «Buscad y hallaréis», prometió Jesús.  Y puesto que un buen culto es todo lo que
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            buscamos, un buen culto es por lo general lo que hallamos.

                Unos pocos, sin embargo, buscan más. Unos pocos vienen con el entusiasmo del niño. Esos

            pocos se van como el niño se fue, con los ojos bien abiertos con el asombro de haber estado en la
            presencia del mismo piloto.






            VENGA Y PIDA




            Lo mismo le ocurrió a Jesús. El día en que Jesús fue a adorar su rostro fue cambiado.

                «¿Me está usted diciendo que Jesús fue a un culto de adoración?»


                Así es. La Biblia habla de un día cuando Jesús se dio tiempo para estar con sus amigos en la
            presencia de Dios. Leamos del día en que Jesús fue para adorar:




                    Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó
                    aparte  a  un  monte  alto;  y  se transfiguró  delante  de ellos,  y  resplandeció  su  rostro

                    como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.



                    Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Él.


            1 Véase Mateo 7.7 .
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