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La misma dinámica ocurre cuando se viene a la adoración con un corazón de adoración. Pablo
            le dijo a la iglesia en Corinto que adoraran de una manera tan clara que si un inconverso entraba,

            «él  mismo  se  examinará  al  oír  lo  que  todos  están  diciendo  …  y  adorará  de  rodillas  a  Dios,  y

            reconocerá que Dios está verdaderamente entre ustedes» ( 1 Corintios 14.24– 25 , VP).

                David  cita  el  poder  evangelizador  de  la  adoración  sincera:  «Puso  luego  en  mi  boca  cántico
            nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová» ( Salmo

            40.3 ).

                Su adoración de corazón es una apelación misionera. Deje que los incrédulos oigan la pasión

            en su voz o vean la sinceridad en su cara, y ellos serán cambiados. Pedro lo fue. Cuando Pedro vio
            la  adoración  de  Jesús,  dijo:  «Señor,  bueno  es  para  nosotros  que  estemos  aquí;  si  quieres,

            hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías» ( Mateo 17.4 ).

                Marcos dice que Pedro habló por miedo (véase Marcos 9.6 ). Lucas dice que Pedro habló sin

            saber lo que decía (véase Lucas 9.33 ). Cualquiera que haya sido la razón, Pedro por lo menos

            habló. Quería hacer algo por Dios. No comprendía que Dios quiere corazones y no enramadas,
            pero por lo menos fue movido a dar algo.

                ¿Por qué?  Porque  vio  la  cara  transfigurada  de  Cristo.  Lo  mismo  ocurre  en  las  iglesias  hoy.

            Cuando  la  gente  nos ve  alabando  de  corazón  a  Dios,  cuando  oyen  nuestra  adoración,  quedan
            intrigados. ¡Quieren ver al piloto! Chispas de nuestro fuego encienden los corazones secos.


                Experimenté algo similar en Brasil. Nuestra casa estaba a poca distancia del estadio de fútbol
            más grande del mundo. Una vez por semana el estadio Maracaná se llenaba hasta la bandera con

            vocingleros fanáticos del fútbol. Inicialmente yo no me contaba entre ellos, pero su entusiasmo era

            contagioso.  Quería  ver  por  qué  se  entusiasmaban  tanto.  Cuando  dejé  Río,  era  un  futbolista
            convertido y podía gritar junto con el resto de ellos.


                Los que buscan tal vez no comprendan todo lo que ocurre en una casa de adoración. Tal vez no
            comprendan el significado de un canto o lo que significa la Cena del Señor, pero pueden conocer el

            gozo cuando lo ven. Cuando vean su cara cambiada, querrán ver la cara de Dios.

                Por  cierto,  ¿no  será  lo  opuesto  igualmente  cierto?  ¿Qué  ocurre  cuando  uno  que  busca  ve

            aburrimiento en su cara? ¿Cuando ve a otros adorando y a usted bostezando? ¿Otros están en la
            presencia de Dios, y usted en su propio mundo pequeño? ¿Otros están buscando la cara de Dios

            cuando usted está buscando la cara de su reloj?





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