Page 54 - Lucado. Max - Como Jesús_Neat
P. 54

La adoración ofrece eso. ¿Cómo podemos cantar: «Santo, Santo, Santo», y que no se expanda
            nuestra visión? O, ¿qué tal los versos del himno «Alcancé salvación»?




                Feliz yo me siento al saber que Jesús,

                Libróme del yugo opresor,

                Quitó mi pecado, clavólo en la cruz.

                Gloria demos al buen Salvador.
                                                   3



                ¿Podemos cantar esas palabras y que no se ilumine nuestra cara?

                Una  cara  vibrante,  brillante  es  característica  del  que  ha  estado  en  la  presencia  de  Dios.

            Después de hablar con Dios Moisés tuvo que cubrirse la cara con un velo ( Éxodo 34.33– 35 ).
            Después de ver el cielo la cara de Esteban relucía como la de un ángel ( Hechos 6.15 ; 7:55– 56 ).


                Permítame decirlo bien claro. Este cambio es obra de Dios, no nuestra. Nuestro objetivo no es
            hacer que nuestras caras brillen. Ni siquiera Jesús hizo eso. Al decir Mateo «se transfiguró» no está

            diciendo que Jesús lo hizo. El verbo en griego indica que la apariencia de Jesús fue cambiada.
            Moisés ni siquiera sabía que su cara brillaba ( Éxodo 34.29 ). Nuestro objetivo no es hacer algún

            conjuro para producir alguna expresión falsa, congelada. Nuestra meta es sencillamente estar ante

            Dios con un corazón preparado y dispuesto y entonces dejar que Él haga su obra.

                Y  la  hace.  Limpia  las  lágrimas.  Limpia  el  sudor.  Suaviza  nuestras  frentes  fruncidas.  Toca

            nuestras mejillas. Cambia nuestras caras conforme adoramos.

                Pero  hay  más.  No  solo  que  Dios  cambia  las  caras  de  los  que  adoramos,  sino  que  también
            cambia a los que nos ven adorar.






            ADORACIÓN EVANGELIZADORA




            ¿Recuerda al niño que fue a ver al piloto? Su pasión me entusiasmó. Yo también quise ver al piloto.

            (Y no hubiera rehusado las alas de plástico.)






            3 Horatio G. Spafford, «Alcancé Salvación», traducción de Pedro Grado.
                                                                                                                   54
   49   50   51   52   53   54   55   56   57   58   59