Page 21 - NEUROCOMUNICACIÓN La píldora del crecimiento de tu marca personal
P. 21
Atención a su lenguaje no verbal. Como ya hemos comentado, una cosa es lo que dice
y otra lo que su lenguaje corporal expresa. Mantente atento a sus expresiones,
miradas, silencios etc. ¿Están en conexión con lo que dice?
Parafrasea, asiente y pregunta. Esto le indicará que te interesa lo que dice y le
animará a hablar e incluso a preguntarte a ti también por lo que haces, etc.
Sorpréndete de alguna afirmación y utiliza expresiones como: “No me digas” o “¿fue
así?”, eso le situará en su mapa y te dejará penetrar en él.
Como ya hemos comentado, recuerda que el cerebro reptiliano está centrado en sí mismo y
lo general no le afecta, y en su función de mantenernos vivos (ataque-defensa) interpretará
cualquiera de estos gestos como amigable o de afrenta y reaccionará como sabe.
No olvidemos que él es el responsable de más del 85% de las compras por impulso y si no nos
compra a nosotros resultará complicado conseguir su aceptación a cualquier propuesta que le
hagamos.
Si somos capaces de entender e interiorizar toda esta parte de neurocomunicación, que es el
núcleo principal de las neuroventas, daremos un salto cuántico en nuestra capacidad de
influir y seducir a los demás, y por lo tanto creceremos en nuestra capacidad de ser únicos.
Mientras escribía toda esta parte de comunicación no he podido evitar recordar a grandes
comunicadores que he conocido, pero también a gente con buenas ideas pero incapaces de
trasmitirlas más allá de ellos mismos.
Aún me estremezco por el efecto devastador que estos individuos producen en la audiencia y
la poca efectividad de su verborrea inútil y cargada de buenos propósitos.
En estos momentos me viene a la memoria uno de los que podrían estar en el pódium, una
persona a la que, estoy seguro, no le importaría que le pusiera como ejemplo de mala praxis
comunicativa pues esta impedía que sus grandes ideas fueran sembradas en la mente de
nadie.
Empezamos por el hecho de que, conocidas ya sus habilidades comunicativas, era entrar en la
sala y mientras el reptiliano de la audiencia se ponía en guardia, el resto del cerebro se
acomodaba en modo descanso.
En su afán por contarnos todo lo que sabía (que era mucho) se olvidaba de sintetizar en
aquello que necesitábamos saber, y carente de todo tono ni cambio de ritmo se convertía en
el mejor efecto relajante que se podía encontrar. Aún me vienen a la memoria los
estiramientos en las sillas, la caída de hombros seguida de leves parpadeos cada vez más
seguidos, hasta que el grupo iba dejándose vencer por sus propias debilidades en una sesión
de “MindFulness” total.
¡Una auténtica lástima! Porque seguro que él tenía cosas importantes que trasmitir y nosotros
cosas que recibir, pero el cerebro no entiende de adivinación ni magia, simplemente reacciona
a lo que le das.
Si analizáis este ejemplo real con detenimiento y hacéis todo lo contrario, vuestro camino ya
estará sembrado.
Por último, decir que no podemos cerrar este tema tan importante sin abordar lo esencial que
resulta trabajar y mejorar nuestra comunicación interna, que en definitiva será la que influirá
de una manera decisiva en nuestra comunicación con los demás.

