Page 27 - HOMO_VIDENS
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Creo que somos muchos los que estamos de acuerdo —aunque sólo lo digamos en
                      voz baja— que la sondeo- dependencia es nociva, que las encuestas deberían tener
                      menos  peso  del  que  tienen,  y  que  las  credenciales  democráticas  (e  incluso
                      «objetivas») del instrumento son espurias.

                      Pero casi todos se rinden ante el hecho supuestamente inevitable de los sondeos. A
                      lo cual respondo que los sondeos nos asfixian porque los estudiosos no cumplen con
                      su deber.

                      Los  pollsters,  los  expertos  en  sondeos,  se  limitan  a  preguntar  a  su  quidani,
                      cualquiera que sea, «qué piensa sobre esto?» sin averiguar antes lo que sabe de eso,
                      si es que sabe algo. Sin embargo, el núcleo de la cuestión es éste. Cuando se produjo
                      la segunda votación de la Comisión Bicameral para las reformas  constitucionales
                      apareció un sondeo del CIRM que daba como resultado que el 51 por ciento de los
                      italianos estaba a favor de la elección de una asamblea constituyente y sólo el 22 por
                      ciento era favorable a la Bicameral. El mismo día (el 15 de enero de 1997) Indro
                      Montanelli comentaba irónicamente en II Corriere della


                      Sera que para muchos italianos «bicameral» era probablemente una habitación con
                      dos camas. Está claro que el polister comercial no tiene ningún interés en verificar
                      cuál es la consistencia o inconsistencia  de las  opiniones que recoge: si lo hiciera
                      sería  autodestructivo.  Pero  los  centros  de  investigación  y  las  instituciones
                      universitarias  tendrían  el  estricto  deber  de  colmar  esta  zona  de  oscuridad  y
                      confusión, verificando mediante fact-finding polis (encuestas de determinación de
                      hechos) y entrevistas en profundidad el estado y el grado de  desconocimiento del
                      gran público. Sin embargo, se callan como muertos. Y de este modo convierten en
                      inevitable algo que se podría evitar.



                      4. MENOS INFORMACIÓN


                         He  dicho  que  el  gobierno  de  los  sondeos  se  basa,  inter  alia,  en  opiniones
                      desinformadas. Una consideración que nos lleva al problema de la información. El
                      mérito casi indiscutible de la televisión es que «informa»; al menos eso nos dicen.
                      Pero empecemos por aclarar el concepto.  Informar es propocionar noticias, y esto
                      incluye noticias sobre nociones. Se puede estar informado de acontecimientos, pero
                      también  del  saber.  Aun  así  debemos  puntualizar  que  información  no  es
                      conocimiento, no es saber en el significado eurístico del término. Por sí misma, la
                      información  no  lleva  a  comprender  las  cosas:  se  puede  estar  informadísimo  de
                      muchas cuestiones, y a pesar de ello no comprenderlas. Es correcto, pues, decir que
                      la información da solamente nociones. Lo cual no es negativo. También el llamado
                      saber nocional contribuye a la formación del homo sapiens. Pero si el saber nocional
                      no es de despreciar, tampoco debemos sobrevalorarlo. Acumular nociones, repito,
                      no significa entenderlas.
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