Page 32 - HOMO_VIDENS
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Parto de la base de que al menos en parte la desinformación televisiva es involuntaria
y, de algún modo, inevitable. Y empiezo con esta constatación: la aldea global de
McLuhan es «global» sólo a medias, por lo que en realidad no es global. La cámara de
televisión entra fácil y libremente en los países libres; entra poco y con precaución en
los países peligrosos; y no entra nunca en los países sin libertad. De lo que se deduce
que cuanto más tiránico y sanguinario es un régimen, más lo ignora la televisión y, por
tanto, lo absuelve.
En el pasado, se han producido atroces masacres en Madagascar, en Uganda (en los
buenos tiempos de Idi Amin Dada), en Zaire (ex Congo belga), en Nigeria, y la lista
sería aún más larga. Nadie las ha visto nunca (en televisión) y, por tanto, para la
mayoría no han existido. Hasta el punto de que Idi Amin Dada —que ha matado por lo
menos a 250.000 de los suyos— era acogido con vítores en sus viajes por Africa. Hasta
hoy la televisión nunca ha entrado en Sudán, otro país que extermina a los suyos
matándolos de hambre (exactamente como hacía la Etiopía de Mengistu). En los años
cincuenta, también se produjeron auténticos exterminios en Indonesia. ¿Y qué podemos
decir de las decenas de millones de muertos de hambre (estimados) en China después
del gran «paso hacia delante» de Mao Zedong? En China no se entraba entonces, ni se
entra hoy y, de este modo, lo que le sucede a más de mil millones de seres humanos no
es noticia (para la televisión). Non vidi, ergo non est.
Es comprensible que no se pueda imputar a la televisión que no muestre lo que no
puede mostrar. Pero se tiene que imputar a la televisión el hecho de avalar y reforzar
una percepción del mundo basada en dos pesos y dos medidas y por tanto, enormemente
injusta y distorsionadora. Para el reverendo Jesse Jackson (que en 1988 era candidato a
la presidencia de Estados Unidos) Suráfrica era entonces un Estado terrorista; pero no lo
eran, o al menosJackson no lo decía, Libia, Irán y Siria, países borrados del tele-ver.
Israel no ha terminado en la lista negra como Suráfrica sólo porque está protegido por
las comunidades hebreas de Estados Unidos y de todo el mundo. Aunque sea de un
modo involuntario (pero sin preocuparse excesivamente), la televisión penaliza a los
países libres y protege a los países sin libertad en los que las dictaduras gobiernan
matando. Hasta aquí hemos examinado diferentes distorsiones que son el resultado de
un mundo visto a medias y, por tanto, que realmente no se ha visto. Pasemos a otros
tipos de desinformación. Ya he anticipado la fabricación de pseudo-acontecimientos.
Pero comparado con otros tipos de desinformación, es una nimiedad. Paso, pues, a
analizar las distorsiones informativas más importantes. Comencemos por las falsas
estadísticas y las entrevistas casuales.
Entiendo por falsas estadísticas, resultados estadístique son «falsos» por la
interpretación que se les da. esta clase de falsedades se ejercita también la pren pero es
la televisión la que las ha impuesto a todos —incluida la prensa— como dogmas.
Porque para la tefr isión los cuadros estadísticos —debidamente simplifiIos y reducidos
al máximo— son como el queso para macarrones. Con cuadros y porcentajes, todo se
puede condensar en pocas imágenes; imágenes que parecen de una objetividad
indiscutible. En las estadísticas hablan las matemáticas. Y las matemáticas no se hacen
con habladurías.