Page 30 - HOMO_VIDENS
P. 30

La  obligación  de  «mostrar»  genera  el  deseo  o  la  exigencia  de  «mostrarse».  Esto
                  produce el pseudo-acontecimiento, el hecho que acontece sólo porque hay una cámara
                  que lo está rodando, y que, de otro modo, no tendría lugar. El pseudo-acontecimiento es,
                  pues,  un  evento  prefabricado  para  la  televisión  y  por  la  televisión.  A  veces  esta
                  fabricación está justificada, pero aun así, no deja de ser algo «falso» expuesto a serios
                  abusos y fácilmente queda como verdadera desinformación.

                     La cuestión es, insisto, que la producción de pseudos acontecimientos o el hecho de
                  caer  en  lo  trivial  e  insignificante  no  se  debe  a  ninguna  necesidad  objetiva,  a  ningún
                  imperativo tecnológico. En Francia, en Inglaterra  y en otros países  siguen existiendo
                  noticiarios serios que seleccionan noticias serias y que las ofrecen sin imágenes (si no
                  las tienen). El nivel al que ha descendido nuestra televisión se debe fundamentalmente a
                  un  personal  que  tiene  un  nivel  intelectual  y  profesional  muy  bajo.  La  información
                  televisiva se podría organizar mucho mejor. Aclarado esto, es verdad que la fuerza de la
                  imagen está en la propia imagen. Para hacernos una idea, basta comparar la información
                  escrita del periódico con la información visual de la televisión.


                      El  hombre  de  la  cultura  escrita  y,  por  tanto,  de  la  era  de  los  periódicos  leía,  por
                  ejemplo,  alrededor  de  quince  acontecimientos  diarios  significativos  —nacionales  o
                  internacionales—  y  por  regla  general  cada  acontecimiento  se  desarrollaba  en  una
                  columna del periódico. Este noticiario se reduce al menos a la mitad en los telediarios; y
                  con  tiempos  que  a  su  vez  descienden  a  1  ó  2  minutos.  La  reducción-compresión  es
                  enorme: y lo que desaparece en esa compresión es el encuadre del problema al que se
                  refieren las imágenes. Porque ya sabemos que la imagen es enemiga de la abstracción,
                  mientras  que  explicar  es  desarrollar  un  discurso  abstracto.  Ya  he  dicho  en  otras
                  ocasiones que los problemas no son «visibles». Lo que podemos ver en la televisión es
                  lo  que  «mueve»  los  sentimientos  y  las  emociones:  asesinatos,  violencia.  disparos,
                  arrestos, protestas, lamentos; y en otro orden de cosas: terremotos, incendios, aluviones
                  e incidentes varios.

                     En suma, lo visible nos aprisiona en lo visible. Para el hombre que puede ver (y ya
                  está), lo que no ve no existe. La amputación es inmensa, y empeora a causa del porqué y
                  del cómo la televisión elige ese detalle visible, entre otross cien o mil acontecimientos
                  igualmente dignos de cmsideración.


                     A  fuerza  de  subinformar,  y  a  la  vez  de  destacar  y  exagerar  las  noticias  locales,
                  terminamos por «perder de vista» el mundo y casi ya no interesarnos por él. La necedad
                  de  los  públicos  educados  por  la  televisión  queda  bien  ejemplificada  por  el  caso  de
                  Estados  Unidos,  donde  la  retransmisión  de  la  caída  del  muro  de  Berlín  en  1989
                  —probablemente el acontecimiento político más importante de este siglo (después de
                  las  guerras  mundiales)—  fue  un  fracaso  televisivo.  El  índice  de  audiencia  del
                  acontecimiento mientras se ofrecía en directo por la cadena ABC, con dos importantes
                  comentaristas,  fue  el  más  bajo  entre  todos  los  programas  de  esa  franja  horaria.  Y  la
                  audiencia de la caída del muro de Berlín fue ampliamente superada (ese mismo año) por
                  el  estudiante  chino  frente  al  tanque  en  la  plaza  de  Tiananmen,  en  Pekín:
                  un evento de gran valor espectacular pero de escasa relevancia sustancial*.
   25   26   27   28   29   30   31   32   33   34   35