Page 117 - Cementerio de animales
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pelos de punta a Rachel—, la había visto él, y le parecía bien.
               —La  mayor  parte  se  han  derrumbado  —dijo  a  Jud,  poniéndose  en  pie  y
           sacudiéndose la tierra de las rodillas. Ahora las veía más claramente y distinguía las

           piedras  esparcidas.  Pero  Jud  puso  buen  cuidado  en  que  para  construir  su  "cairn"
           utilizara sólo las piedras que había sacado de la fosa excavada por él mismo.
               —Ajá —dijo Jud—. Ya te dije que el lugar era muy viejo.

               —¿Hemos terminado ya?
               —Ajá. —Dio a Louis una palmada en un hombro—. Has hecho un buen trabajo,
           Louis. Estaba seguro. Vamos a casa.

               —Jud… —empezó Louis. Pero el viejo ya iba hacia la escalera, con el pico en la
           mano.  Louis  recogió  la  pala  y  tuvo  que  trotar  para  darle  alcance.  Luego,  prefirió
           reservarse el aliento para caminar. Miró atrás una vez, pero el cairn que marcaba la

           tumba del gato de su hija se había diluido en la oscuridad.



                                                            * * *



               «Fue  como  pasar  la  película  al  revés»,  pensó  Louis  un  rato  después,  cuando
           salieron del bosque a la explanada situada detrás de su casa. No sabía cuánto tiempo

           habían estado fuera. Se había quitado el reloj cuando se acostó después de comer, y lo
           dejó en el alféizar de la ventana, al lado de la cama. Sólo sabía que estaba reventado,
           molido. No recordaba haberse sentido tan cansado desde el primer día que trabajó

           con una cuadrilla del servicio de limpieza de Chicago un verano, hacía dieciséis o
           diecisiete años.
               Regresaron por el mismo camino, pero Louis recordaba muy poco del trayecto.

           Había  tropezado  cuando  cruzaban  el  montón  de  troncos,  eso  lo  recordaba:  salió
           disparado hacia adelante y, absurdamente, le vino a la memoria una frase de "Peter
           Pan": «Oh, Jesús, dejé escapar mis alegres pensamientos y ahora me caigo», pero allí

           estaba la mano de Jud, firme y recia, e instantes después pasaban junto a la última
           morada del gato "Smucky", de "Trixie" y de "Marta, nuestra conejita" y entraban en

           el sendero que Louis recorriera no sólo con Jud, sino con toda su familia.
               Le  parecía  ahora  que,  casi  insensiblemente,  había  tenido  presente  el  sueño  de
           Víctor Pascow que provocó su episodio de sonambulismo, pero sin encontrar ningún
           punto de enlace entre aquel paseo y la expedición de hoy. También comprendía que la

           aventura había sido peligrosa, realmente peligrosa. Y lo de menos era que se hubiera
           llagado  las  manos  mientras  se  hallaba  en  un  estado  casi  de  sonambulismo.  Podía

           haberse  matado  al  pasar  por  los  troncos.  Podían  haberse  matado  los  dos.  Costaba
           trabajo asociar semejante conducta con la sensatez. El estado de agotamiento en que
           se encontraba, lo atribuía al aturdimiento y al disgusto causado por la muerte de un
           animal querido de toda la familia.




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