Page 114 - Cementerio de animales
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accidente geológico más propio de Arizona o Nuevo México. Allí arriba, en lo alto de
           la mesa —o colina achatada o lo que fuera—, no había árboles, sino sólo hierba, por
           lo que el sol había fundido la nieve. Al volverse hacia Jud, Louis vio unos matorrales

           que se agitaban al viento y descubrió que no se encontraban en una cumbre aislada,
           sino que delante de ellos el terreno volvía a elevarse hacia unos árboles. Pero era tan
           extraña la configuración de aquella plataforma entre las suaves ondulaciones de las

           viejas colinas de Nueva Inglaterra…
               «Indios que manejaban herramientas», pensó de pronto.
               —Sígueme —dijo Jud, y recorrió unos veinte metros hacia los árboles. El viento

           soplaba con fuerza, pero parecía más puro. Louis distinguió unas formas oscuras al
           pie de los abetos más altos que viera en su vida. La impresión que producía aquel
           lugar elevado y solitario era de vacío…, pero un vacío que vibraba.

               Las formas oscuras eran "cairns", montones de piedras que marcaban tumbas.
               —Los micmacs cubrieron de arena la cima de esta colina —dijo Jud—. No se

           sabe  cómo  lo  hicieron,  pero  tampoco  se  sabe  cómo  construían  los  mayas  sus
           pirámides. Los mismos micmacs lo han olvidado, al igual que los mayas.
               —¿Por qué?
               —Éste era su cementerio —dijo Jud—. Te he traído para que entierres aquí al

           gato de Ellie. Los micmacs no hacían distinciones; enterraban a los animales al lado
           de sus amos.

               Esto  hizo  a  Louis  pensar  en  los  egipcios;  pero  éstos  aún  iban  más  lejos:  los
           egipcios mataban a los animales favoritos de la realeza, para que las almas de las
           mascotas pudieran acompañar a las de sus amos al Más Allá. Recordaba haber leído
           que  en  una  ocasión,  con  motivo  de  la  muerte  de  una  hija  del  faraón,  fueron

           sacrificados más de diez mil animales domésticos: entre otros, seiscientos cerdos y
           dos  mil  pavos  reales.  Antes  del  degüello,  se  perfumó  a  los  cerdos  con  esencia  de

           rosas, la favorita de la princesa.
               «Y también construían pirámides. Nadie sabe a ciencia cierta para qué servían las
           pirámides mayas —dicen algunos que para la navegación y la medición del tiempo,
           como Stonehenge—, pero todo el mundo sabe lo que eran y son las pirámides de

           Egipto: monumentos funerarios, las mayores tumbas del mundo. Aquí reposa Ramsés
           II, era muy "ovediente"», pensó Louis sin poder contener la risa.

               Jud le miró sin la menor sorpresa.
               —Anda, entierra a tu animal —dijo—. Yo voy a fumar un pitillo. Te ayudaría,
           pero tienes que hacerlo tú solo. Cada cual entierra a los suyos. Así se hacía entonces.

               —Jud, ¿qué pasa? ¿Por qué me has traído aquí?
               —Porque  tú  salvaste  la  vida  a  Norma  —dijo  Jud,  y  aunque  parecía  sincero,  y
           Louis estaba convencido de que creía ser sincero, él no pudo menos que pensar que el

           viejo mentía…, o que él mismo era objeto de un engaño y que transmitía el engaño a




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