Page 157 - Cementerio de animales
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—¿Cómo va ese triciclo, jefe?
Louis mostró la máquina con ademán de prestidigitador:
—¡Ta-tá!
Rachel señaló la bolsa en la que habían quedado tres o cuatro piezas de plástico.
—¿Y eso?
—Son repuestos —dijo Louis con una sonrisa de conejo.
—Es que, como no lo sean, tu hija se romperá la crisma.
—Eso, más adelante —dijo Louis aviesamente—. Cuando tenga doce años y
quiera hacer pinitos con el patín.
—Por favor, doctor —gimió ella—. Tenga compasión.
Louis se puso en pie con las manos en los riñones, doblando la cintura hacia atrás.
Le crujieron las vértebras.
—Listos los juguetes.
—Se acabó el montaje. ¿Te acuerdas del año pasado? —Rachel soltó una risita y
Louis sonrió. Todo lo que compraron el año anterior tuvieron que montarlo ellos.
Estuvieron trabajando hasta casi las cuatro de la madrugada y acabaron frenéticos. Y
a media tarde del día de Navidad Ellie decidió que eran más divertidas las cajas que
los juguetes.
—¡Qué GUARRADA! —dijo Louis, imitando a Ellie.
—Anda, vamos a la cama —dijo Rachel—. Yo tengo una cosa para ti.
—Mujer —dijo Louis ahuecando el torso—, eso me pertenece por derecho.
—Eso crees tú —rió ella, cubriéndose la boca con la mano. En aquel momento,
tenía un gran parecido con Ellie… y con Gage.
—Un minuto —dijo él—. Aún queda algo por hacer.
Se fue corriendo al ropero del recibidor y volvió con una bota en la mano. Apartó
el guardafuegos de la chimenea, en la que acababa de consumirse el último leño.
—Louis, ¿qué…?
—Ya lo verás.
A mano izquierda del hogar había una gruesa capa de ceniza y en ella hundió
Louis la bota, dejando una profunda huella. Luego, utilizando la bota a modo de
estampilla, grabó otra huella en los ladrillos del zócalo.
—Bueno —dijo Louis después de guardar la bota en el ropero—, ¿qué te parece?
Rachel se reía.
—Louis, Ellie se va a volver loca.
Durante las dos últimas semanas de colegio, Ellie había captado un perturbador
rumor que circulaba por el parvulario, a saber, que Papá Noel eran los padres. La
sospecha adquirió más consistencia cuando, pocos días antes, vio a un Papá Noel,
bastante flaco por cierto, sentado en un taburete del mostrador de Deering comiendo
una hamburguesa al queso, con la barba en una oreja. Aquello impresionó
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