Page 78 - Cementerio de animales
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rige el mundo occidental.» Tal vez así afrontaba la mente el platillo volante que ves
           una mañana suspendido en el aire encima de tu jardín de atrás, la lluvia de ranas, la
           mano que sale de debajo de la cama y te toca el pie a medianoche: una crisis de risa o

           una  crisis  de  llanto…  Y  puesto  que  aquello  era  un  ente  inviolable  que  no  podías
           descomponer, tenías que expulsarlo intacto, como una piedra de riñón.




                                                            * * *


               Gage estaba sentado en su silla alta, tomando la papilla de cereales al cacao con la

           que embadurnaba la mesa, decoraba la alfombrilla de plástico colocada debajo de su
           silla y se friccionaba el pelo.
               Rachel salió de la cocina con el plato de huevos revueltos y una taza de café.

               —¿Qué chiste era ése? —preguntó Rachel—. Te reías como un loco. Hasta me
           asustaste.
               Louis abrió la boca sin saber lo que iba a decir, y lo que salió fue un chiste que

           había  oído  la  semana  anterior  en  el  supermercado  de  la  carretera,  sobre  un  sastre
           judío que se compró un loro que sólo sabía decir: «Ariel Sharon se hace la paja.»
               Rachel se reía… y también Gage, por cierto.

               «Magnífico. Nuestro héroe se ha deshecho de las pruebas comprometedoras, léase
           las  sábanas,  y  ha  explicado  satisfactoriamente  el  ataque  de  risa  en  el  baño.  Ahora
           nuestro héroe leerá el periódico matutino, o le echará un vistazo por lo menos, para

           dar a la mañana un aire de normalidad.»
               Con este pensamiento, Louis abrió el periódico.
               «Así  se  hace,  muy  bien  —pensaba  con  un  profundo  alivio—.  Tienes  que

           expulsarlo como si fuera un cálculo y sanseacabó… Si acaso, puedes hablar de ello
           una noche con los amigos, alrededor de una hoguera de campamento, cuando sople el
           viento  y  salgan  a  relucir  hechos  inexplicables.  Porque  junto  a  un  fuego  de

           campamento, en las noches de viento, se habla mucho.»
               Louis comió los huevos y besó a Rachel y a Gage. Sólo al salir lanzó una mirada

           al  armario  de  la  ropa  sucia.  Todo  estaba  perfectamente.  Otra  mañana  espléndida.
           Parecía que el verano no iba a acabar nunca. Todo, perfectamente. Lanzó una mirada
           al sendero mientras sacaba el coche del garaje, pero también estaba a la perfección. Y
           uno, tan tranquilo. Lo expulsas como si fuera una piedra.

               Todo siguió bien hasta que hubo recorrido unos quince kilómetros. Entonces le
           entró un temblor tan fuerte que tuvo que salir de la carretera 2 y parar en el desierto

           aparcamiento de Sing's, el restaurante chino que estaba cerca del Centro Médico de
           Maine Oriental… adonde habrían llevado el cuerpo de Pascow. Al Centro Médico, se
           entiende, no al restaurante chino. Vic Pascow no volvería a tomar una ración de "mu
           gu gaipan". Ja, ja.




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