Page 82 - Cementerio de animales
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desistir, borrarlo, olvidar. De lo contrario, sólo conseguiría crear problemas
inútilmente—. Sólo que todo parece haber ido muy deprisa. —Terminó en tono
conciliador.
—Bueno, la autopsia se hizo ayer tarde. —Otra vez el rumor de papeles—.
Alrededor de las tres y veinte, doctor Rynzwyck. Para entonces el padre ya había
hecho todos los trámites. Supongo que el cadáver llegaría a Newark sobre las dos de
la madrugada.
—Oh. Bien, en el tal caso…
—Eso, si los transportistas no metieron la pata y lo enviaron a otro sitio —dijo el
empleado animadamente—. No sería la primera vez. Aunque, con Delta nunca hubo
problemas. Son bastante buenos. Tuvimos a uno que murió mientras pescaba en el
condado de Aroosto, en uno de esos lugarejos que no tienen más nombre que un par
de coordenadas en el mapa. El infeliz se atragantó con el tapón de la cerveza. Sus
compañeros tardaron dos días en llegar a la civilización, y usted ya sabe que para
entonces ya es problemático que el embalsamado surta efecto. De todos modos, se lo
inyectaron, esperando que todo fuera bien, y metieron el cadáver en el
compartimiento de carga de un avión de línea regular, consignado a Grand Falls,
Minnesota. Pero alguien la cagó y el féretro fue a parar a Miami y de allí, a Des
Moines y a Fargo, en Dakota del Norte. Cuando por fin lo localizaron ya habían
pasado otros tres días. El embalsamado no actuó. El tío estaba negro y olía a guiso de
cerdo descompuesto. Por lo menos, eso me dijeron. Seis mozos de equipajes se
marearon. —La voz del otro lado del hilo rió alegremente.
Louis cerró los ojos y dijo:
—Bien, muchas gracias.
—Puedo darle el número particular del doctor Rynzwyck, si lo desea, doctor; pero
él suele ir a Orono a jugar al golf por la mañana. —Otra carcajada.
—No —dijo Louis—; está bien.
Colgó el teléfono. «Ponle ya el finiquito —pensó—. Cuando tú tenías ese sueño
estúpido, o lo que fuere, seguramente el cuerpo de Pascow estaba ya en una funeraria
de Bergenfield. Asunto concluido. Punto.»
* * *
Mientras volvía a casa aquella tarde, se le ocurrió la explicación lógica de por qué
había amanecido con aquel barro en las sábanas, y se sintió inmensamente aliviado.
Fue un caso de sonambulismo, provocado por la impresión sufrida al ver morir en
su enfermería a un estudiante, en su primer día de trabajo efectivo.
Eso lo explicaba todo. El sueño parecía real, porque había en él elementos reales:
el contacto de la alfombra, la humedad del rocío y, naturalmente, la rama que le había
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