Page 86 - Cementerio de animales
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               Missy Dandridge se quedó cuidando a Gage mientras Rachel llevaba a "Winston
           Churchill" al veterinario. Aquella noche, Ellie estuvo despierta hasta más de las once,

           lamentándose con voz dolorida de que sin Church ella no podía dormir y pidiendo
           vasos y vasos de agua. Hasta que Louis se negó a darle más agua, no fuera a mojar la
           cama.  Esto  provocó  un  berrinche  de  tal  ferocidad  que  Rachel  y  Louis  se  miraron

           alzando las cejas, desconcertados.
               —Tiene miedo por Church —dijo Rachel—. Deja que se desahogue, Lou.

               —No creo que resista mucho tiempo con ese tren —dijo Louis—. O así lo espero.
               Estaba  en  lo  cierto.  Los  bramidos  cedieron  paso  a  quejidos,  hipo  y  suspiros.
           Finalmente, se hizo el silencio. Cuando Louis se asomó, la encontró dormida en el
           suelo, abrazada a la cesta que Church casi nunca se dignaba ocupar.

               Louis le quitó la cesta, la acostó, le apartó suavemente el pelo de la húmeda frente
           y le dio un beso. Luego, impulsivamente, entró en el cuartito que Rachel utilizaba

           como  despacho  y  escribió  en  grandes  letras  de  imprenta  en  una  hoja  de  papel:
           VUELVO MAÑANA BESOS CHURCH. Dejó el papel en la cesta del gato y volvió
           a  su  habitación,  en  busca  de  Rachel.  Rachel  estaba  allí.  Hicieron  el  amor  y  se
           durmieron abrazados.




                                                            * * *



               Church volvió a casa el viernes en que se cumplía la primera semana de trabajo
           de Louis. Ellie le trató con mimo, gastó una parte de su asignación en una caja de
           galletas para gatos y casi dio un cachete a Gage por haber intentado tocarlo. Aquello

           hizo llorar a Gage con una aflicción que no le provocaban las medidas disciplinarias
           paternas. Para él un correctivo de Ellie era como un correctivo del mismo Dios.
               A Louis le entristecía ver a Church. Comprendía que era una ridiculez; pero eso

           no cambiaba su manera de sentir. La antigua arrogancia de Winnie Church se había
           esfumado. Y sus andares de pistolero. Ahora se movía con el pasito lento y comedido
           del convaleciente. Dejaba que Ellie le pusiera la comida en la boca y no quería salir

           de casa, ni siquiera para ir al garaje. Parecía otro. Tal vez, en definitiva, fuera una
           suerte.
               Ni Ellie ni Rachel parecían notar el cambio.














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