Page 89 - Cementerio de animales
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al ver lo deformada que estaba aquella mano. Se agachó a recoger la manzana que
rodaba por el suelo. Jud puso el caramelo en la cesta de Ellie.
—Oh, te daré otra manzana, guapa —dijo Norma—. Ésa tiene un golpe.
—Está perfecta —dijo Louis, tratando de echarla a la cesta, pero Ellie retrocedió,
manteniendo la cesta bien cerrada.
—Yo no quiero manzanas pochas, papá —dijo mirándole como si se hubiera
vuelto loco—. Les salen manchas negras, ¡uf…!
—Ellie, no seas maleducada.
—No la regañes por decir la verdad, Louis —dijo Norma—. Sólo los niños dicen
toda la verdad. Por algo son niños. Y las manchas negras son feas.
—Muchas gracias, Mrs. Crandall —dijo Ellie mirando a su padre con ojos
ofendidos.
—De nada, cariño —dijo Norma.
Jud los acompañó al porche. Por el sendero del jardín venían dos fantasmitas en
los que Ellie reconoció a compañeros de clase y los acompañó a la cocina. Jud y
Louis se quedaron solos en el porche un momento.
—Está peor de la artritis —dijo Louis.
Jud movió la cabeza, sacudiendo la ceniza del cigarrillo en un cenicero.
—Sí. En otoño y en invierno siempre se pone peor, pero esta vez le ha dado más
fuerte que nunca.
—¿Qué dice el médico?
—Nada. No puede decir nada, porque Norma no ha ido a visitarse.
—¿Qué? ¿Por qué no?
Jud miró a Louis. A la luz de los faros de la furgoneta que esperaba a los dos
fantasmas, su expresión denotaba un profundo abatimiento.
—Quería pedírtelo en mejor ocasión, Louis; pero me parece que ninguna ocasión
es buena para abusar de la amistad. ¿Querrías reconocerla?
En la cocina, los dos fantasmas aullaban lúgubremente y Ellie soltaba su risa de
bruja —llevaba ensayándola toda la semana. Todo muy tétrico y apropiado.
—¿Qué más le pasa a Norma? —preguntó—. ¿Tiene miedo de algo?
—Le duele el pecho —dijo Jud en voz baja—. No quiere volver más al doctor
Weybridge. Estoy preocupado.
—¿Y ella? ¿Está preocupada?
Jud titubeó.
—Yo diría que está asustada y que por eso no quiere ir al médico. Betty Coslaw,
una de sus mejores amigas, murió el mes pasado en el hospital. Cáncer. Tenía la
misma edad que Norma. Está asustada.
—La veré encantado. No hay inconveniente.
—Gracias, Louis —dijo Jud con alivio—. Cualquier noche la pillamos
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