Page 103 - El Misterio de Salem's Lot
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chaqueta—. En todo caso, espero que tengan mucha suerte, y cuando vea al señor
Barlow, dígale que trataré de encontrarme con él.
—Así lo haré —respondió Straker—. Le gusta conocer gente. —Bien. —
Gillespie fue hacia la puerta, se detuvo y miró hacia atrás. Straker le miraba con
insistencia—. Por cierto, ¿qué tal la vieja casa?
—Necesita reformas —explicó Straker—, pero tenemos tiempo.
—Claro —asintió Parkins—. Supongo que no han andado los crios rondando por
ahí.
—¿Crios? —Straker frunció el entrecejo.
—Chiquillos —explicó Parkins—. Usted sabe que a veces disfrutan molestando a
los recién llegados. Tirarles piedras, o tocar el timbre y salir corriendo... esas cosas.
—No, no hemos visto niños.
—Pues lo cierto es que se nos ha perdido uno.
—¿De veras?
—Sí, así es. Y tememos no encontrarlo. Vivo, al menos.
—Es terrible —comentó Straker, distante.
—Sí, lo es. Si viera usted algo...
—No dude que se lo comunicaría inmediatamente. —Volvió a sonreír con su
sonrisa helada. —Gracias. —Parkins abrió la puerta y miró con resignación el diluvio
—. Dígale al señor
Barlow que vendré a verle.
—Sin duda, agente Gillespie. Ciao.
Parkins se dio vuelta, sorprendido.
—¿Chao?
La sonrisa de Straker se ensanchó.
—Adiós, agente Gillespie. Es la expresión familiar italiana para decir adiós.
—¿Sí? Bueno, todos los días se aprende algo nuevo. Adiós,
Parkins salió a la lluvia y cerró tras de sí la puerta de la tienda. —A mí no me
resulta familiar —masculló. El cigarrillo ya estaba empapado. Lo tiró. Straker lo miró
alejarse a través del escaparate. Ya no sonreía.
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—¿Nolly? —llamó Parkins al llegar a su despacho en el ayuntamiento—. ¿Estás
aquí, Nolry?
No hubo respuesta. Parkins hizo un gesto de satisfacción. Nolly era un buen
muchacho, pero un poco corto de entendederas. Se quitó la chaqueta y las botas.
Luego se sentó ante su escritorio, buscó un número en la guía telefónica de Portland y
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