Page 118 - El Misterio de Salem's Lot
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sólo tenía un asa.
               —¿Eres del pueblo, Ben? —preguntó Matt.
               —De pequeño pasé un tiempo aquí, con mi tía Cynthia.

               —¿Cindy Stowens?
               —Sí.
               Jackie se acercó con una botella y Matt se sirvió cerveza.

               —Pues  realmente  es  un  mundo  pequeño.  Tu  tía  estaba  en  una  de  las  clases
           adelantadas que tuve el primer año que pasé en Salem's Lot. ¿Cómo está?
               —Murió en 1972.

               —Oh, lo siento.
               —Tuvo un final muy fácil —le aseguró Ben, y volvió a llenar su vaso.
               El grupo había terminado de tocar y los músicos se dirigían a la barra. El nivel de

           las voces descendió un poco.
               —¿Has vuelto a Jerusalem's Lot para escribir un libro sobre nosotros? —preguntó

           Matt.
               Un timbre de alarma sonó en el cerebro de Ben.
               —En cierto modo, sí —admitió.
               —Este pueblo sería mucho peor para un biógrafo. Danza aérea era un hermoso

           libro. Creo que este pueblo podría dar para otro hermoso libro. En un tiempo pensé
           que yo podría escribirlo.

               —¿Por qué no lo has hecho?
               Matt sonrió.
               —Me faltaba un ingrediente vital. El talento.
               —No  lo  creas  —advirtió  Weasel  mientras  volvía  a  llenar  su  vaso  con  lo  que

           quedaba en la botella—. El viejo Matt tiene muchísimo talento. Enseñar es un trabajo
           estupendo. Nadie aprecia a los maestros, pero ton... —se meció un poco en su silla,

           buscando la palabra. Ya estaba muy borracho— la sal de la tierra —terminó, bebió un
           trago de cerveza, hizo una mueca y se levantó—. Excusadme mientras voy a mear.
               Se alejó, chocando con los parroquianos y saludándolos por su nombre. Todos le
           dejaban  pasar  con  impaciencia  o  buen  humor,  y  verlo  dirigirse  hacia  el  aseo  para

           hombres era como mirar una pelota de ping-pong que salta y rebota hasta desaparecer
           bajo la mesa de juego.

               —Eso es lo que queda de un tipo estupendo —reflexionó Matt, y levantó un dedo.
               Inmediatamente  se  acercó  una  camarera,  que  se  dirigió  a  él  llamándolo  señor
           Burke. Parecía un poco escandalizada de que su viejo profesor de literatura clásica

           inglesa pudiera estar ahí emborrachándose con los amigos de Weasel Craig. Cuando
           se alejó para traerles otra botella, Ben pensó que Matt parecía un poco azorado.
               —Me gusta Weasel—comentó Ben, y me da la sensación de que en sus buenos

           tiempos debió de tener muchas cosas dentro. ¿Qué le sucedió?




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