Page 114 - El Misterio de Salem's Lot
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»Me has preguntado qué pienso, y te lo voy a decir. Creo que es relativamente
fácil que la gente acepte cosas como la telepatía o las premoniciones o el teleplasma,
porque la disposición a creerlas no les cuesta nada, no les quita el sueño por las
noches. Pero la idea de que el mal que hacen los hombres pueda sobrevivirles es más
inquietante.
Miró hacia la casa de los Marsten y siguió hablando lentamente.
—Creo que esa casa podría ser el monumento de Hubert Marsten al mal, una
especie de caja de resonancia psíquica. Un faro de lo sobrenatural, si quieres. Inmóvil
allí durante todos estos años, conservando tal vez la esencia de la maldad de Hubie en
sus viejas entrañas que se desmoronan.
—Y ahora ha vuelto a ser habitada.
—Y se ha producido otra desaparición. —Ben se volvió hacia Susan y le tomó la
cara entre las manos—. Eso es algo con lo que jamás contaba cuando regresé aquí.
Pensé que tal vez hubieran demolido la casa, pero ni en mis fantasías más
disparatadas se me ocurrió que la hubieran vendido. Yo pensaba alquilarla y... bueno,
no sé. Tal vez, hacer frente a mis propios terrores y maldades. Jugar al exorcismo...
¡Por favor, aléjate, Hubie! O quizá la idea fuera simplemente sumergirme en la
atmósfera del lugar y poder escribir un libro tan aterrador que me hiciera ganar un
millón de dólares. Pero sea como fuere, tenía la sensación de que yo controlaba la
situación, y que eso haría que las cosas fueran diferentes. Yo ya no era un niño de
nueve años, dispuesto a escapar gritando ante la proyección de una imagen de la
linterna mágica, que tal vez brotara simplemente de mi cabeza. Pero ahora...
—¿Ahora qué, Ben?
—¡Ahora está habitada! —estalló él mientras se golpeaba una palma con el puño
—. Yo no controlo la situación. Un niño ha desaparecido, y no sé qué pensar. Podría
ser que no tuviera nada que ver con la casa, pero... no lo creo. —Las tres últimas
palabras salieron de sus labios con cavilosa lentitud.
—¿Fantasmas? ¿Espíritus?
—No necesariamente. Tal vez apenas algún buen tipo que de pequeño admiraba
la casa y se la compró y ahora está... poseído.
—¿Es que sabes algo sobre...? —empezó Susan, alarmada.
—¿El nuevo propietario? No. No son más que conjeturas. Pero si es la casa,
prefiero pensar en posesión y no en otra cosa.
—¿Qué otra cosa?
—Tal vez haya atraído a otro ser maligno —respondió Ben.
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