Page 110 - El Misterio de Salem's Lot
P. 110

al cine al aire libre —explicó Susan, guiñando un ojo—. De manera que si ves que
           algo se mueve en los matorrales, mira para otro lado.
               Entraron  por  el  lado  oeste,  el  que  daba  hacia  el  edificio  municipal.  El  parque

           estaba en penumbra y tenía un aspecto onírico, con sus sendas que se alejaban en
           amplias curvas bajo el follaje, y el estanque que reflejaba las luces de la calle. Si
           había alguien allí, Ben no lo advirtió.

               Caminando,  rodearon  al  monumento  conmemorativo,  con  sus  largas  listas  de
           muertos,  los  primeros,  de  la  guerra  de  la  Independencia,  los  últimos,  de  la  de
           Vietnam.  Había  seis  nombres  del  pueblo  que  habían  participado  en  el  último

           conflicto, y el tallado relucía en el bronce como una herida nueva. Eligieron mal el
           nombre de este pueblo, pensó Ben. Debería llamarse Tiempo. Y, como si la acción
           fuera una consecuencia natural de la idea, miró por encima del hombro hacia la casa

           de los Marsten, pero el ayuntamiento le impedía la visión.
               Susan advirtió la mirada y frunció el entrecejo. Mientras tendían sus abrigos sobre

           el césped para sentarse, la muchacha habló:
               —Mamá  me  dijo  que  Parkins  Gillespie  había  estado  interrogándote.  El  chico
           nuevo del instituto debe de haber robado el dinero de la leche, o algo así.
               —Es todo un personaje —Sonrió Ben.

               —Mamá ya te tenía prácticamente juzgado y condenado. —Aunque lo dijo con
           despreocupación, su voz no pudo ocultar su seriedad.

               —No le gusto mucho a tu madre, ¿verdad?
               —No  —reconoció  Susan,  tomándole  de  la  mano—.  Es  un  caso  de  desamor  a
           primera vista. Lo siento.
               —No importa —la tranquilizó Ben—. De todas maneras, hoy me he anotado cien

           puntos.
               —¿Con papá? —sonrió Susan—. Oh, él sabe distinguir lo que es bueno. —La

           sonrisa se esfumó—. Ben, ¿sobre qué es el libro nuevo?
               —Es difícil de explicar.—Ben se quitó los mocasines para hundir los dedos de los
           pies en la hierba húmeda.
               —No cambies de tema.

               —No, si no tengo inconveniente en decírtelo.
               Sorprendido, él mismo descubrió que era verdad. Siempre había pensado que una

           obra  a  medio  hacer  era  como  un  niño,  un  niño  débil  a  quien  había  que  cuidar  y
           proteger. Demasiado manoseo puede causar su muerte. Aunque a Miranda la había
           consumido la curiosidad por La hija de Conway y Danza aérea, Ben se había negado

           a  decirle  una  sola  palabra  sobre  ambos  libros.  Pero  Susan  era  diferente,  Miranda
           siempre había intentado una especie de indagación directa, y a Ben sus preguntas le
           sonaban a interrogatorios.

               —Déjame pensar cómo hilvanarlo —pidió.




                                        www.lectulandia.com - Página 110
   105   106   107   108   109   110   111   112   113   114   115