Page 328 - El Misterio de Salem's Lot
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               Habían visto a dos enfermeras corriendo en dirección a los ascensores, y se había
           oído  un  vago  alboroto  procedente  de  las  escaleras.  Ben  miró  a  Jimmy,  y  éste  se

           encogió de hombros. Matt dormitaba con la boca abierta.
               Ben cerró la puerta y apagó las luces. Jimmy se agazapó a los pies de la cama de
           Matt, y cuando oyeron que los pasos vacilaban del otro lado de la puerta, Ben se

           colocó junto a ella, alerta. Al ver que se abría y que asomaba una cabeza, le aplicó un
           puñetazo mientras con la otra mano le ponía la cruz frente a la cara.

               —¡Suéltame!
               Instantáneamente  se  encendió  la  luz  del  techo  y  vieron  a  Matt,  sentado  en  la
           cama, mirando con ojos parpadeantes a Mark Petrie, que se debatía en los brazos de
           Ben. Jimmy se levantó para correr hacia el chico, pero de repente vaciló. —Levanta

           el mentón. Mark obedeció mostrándoles a los tres que no tenía marcas en el cuello.
           Jimmy  suspiró.  —Hijo,  jamás  en  mi  vida  me  he  alegrado  tanto  de  ver  a  nadie.

           ¿Dónde está el padre? —No lo sé —respondió Mark—. Barlow me atrapó... mató a
           mis padres. Están muertos. Mis padres están muertos. Golpeó sus cabezas una contra
           otra.  Los  mató.  Después  me  atrapó  y  dijo  al  padre  Callahan  que  si  él  le  prometía
           arrojar su cruz, me dejaría ir. El padre Callahan lo prometió y yo escapé. Pero antes

           de huir le escupí. Le escupí y voy a matarlo.
               De pie ante la puerta, se tambaleaba. Tenía la frente y las mejillas arañadas por las

           ramas. Había venido corriendo por el bosque, por la senda donde tiempo atrás Danny
           Glick y su hermano habían encontrado su destrucción. Al vadear Taggart Stream, se
           había mojado los pantalones hasta las rodillas. Después alguien le había llevado en
           coche, pero no podía recordar quién. Era un coche que tenía la radio encendida, de

           eso se acordaba.
               Ben sentía la lengua entumecida, y no sabía qué decir.

               —Mi pobre niño —dijo Matt—. Mi pobre y valiente niño.
               Los  rasgos  de  Mark  empezaron  a  aflojarse.  Los  ojos  se  le  cerraron  y  la  boca
           temblorosa se contrajo de dolor. —Mi mama madre. Tambaleante, dio unos pasos a

           tientas, y Ben le sostuvo en sus brazos, le envolvió y le meció mientras las lágrimas
           anegaban sus ojos.



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               El padre Donald Callahan no sabía cuánto hacía que caminaba en la oscuridad.
           Había vuelto hacia el pueblo tambaleándose por Jointner Avenue, sin pensar en su
           coche, que quedó aparcado en casa de los Petrie. A ratos andaba por el medio de la



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