Page 359 - La máquina diferencial
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Una carta
Como de costumbre, pasé todo el día buscando tierra firme en todas direcciones,
pero no pude encontrar ninguna. ¡Cuánta melancolía sentía! Entonces, por pura
casualidad, y con el permiso del capitán, me subí a uno de los cuatro mástiles. Desde
las alturas, con las velas y las chimeneas muy por debajo de mí, descubrí con
asombro la costa de Europa: una franja, fina como un cabello, de tierra verde, sobre
un horizonte marino. Le grité a Matsumura: «¡Sube! ¡Sube!» y él lo hizo,
rápidamente y sin miedo.
Juntos sobre el mástil, contemplamos Europa.
«¡Mira!», le dije. «He ahí la prueba de que el mundo es realmente redondo. Sobre
la cubierta no alcanzábamos a ver nada, pero desde aquí arriba se divisa la tierra con
claridad. ¡Eso demuestra que la superficie del mar es curva! ¡Y si el mar lo es, debe
de serlo la Tierra entera!»
Matsumura exclamó: «¡Es fantástico! ¡Tal como decías! ¡La Tierra es redonda!
¡Ya tenemos la prueba!»
—Mori Arinori, 1854
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