Page 43 - JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
P. 43
JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
Lección 17
«…Edificaré mi iglesia»
(Mat. 16:13-20)
El abordaje asertivo, confiado y definitivo de la vida que tenía Jesús acerca de la vida y la religión
es evidente en todas las narrativas de los evangelios. Mateo 16 provee varios de estos ejemplos.
En 16:12, Él advierte a los discípulos que se cuidaran de la enseñanza de los fariseos y saduceos.
Note que advertir a la gente acerca de la falsa doctrina y de estar en guardia contra ésta es imitar
a Cristo. Note también que Cristo espera que reconozcamos la diferencia entre la verdad y la
falsedad. Dios nos encarga que hagamos tal distinción (Prov. 14:15; Ro. 12:9; 1 Tes. 5:21; 1 Jn.
4:1), que defendamos lo correcto (Hch. 15:2; Filp. 1:17; 1 Pe. 3:15) y que nos opongamos al error
(Ef. 5:11; 1 Tim. 5:20; 2 Tim. 2:25; Tito 1:13).
Cuando Jesús planteó la pregunta: « ¿Quién dicen los hombres que soy yo?», los discípulos
resumieron varias de las teorías más populares que circulaban en el pueblo acerca de Su
identidad. Entonces Jesús les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?», y Pedro proveyó
la respuesta definitiva: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Jesús alabó la respuesta
franca y directa de Pedro y pasó a reafirmar la certeza y finalidad de la misma. Sobre la verdad
de la declaración de Pedro (a saber, que Cristo es el Hijo de Dios), Jesús establecería su iglesia y
nada (ni Su muerte y entrada al Hades) podrían evitar que lo hiciera. Las intenciones de Jesús
fueron «puestas en concreto» y no iba a ser disuadido, sin importar cuán violentamente lo
atacara la oposición. A pesar de la «mordida» de Satanás (Gén. 3:15), Él estableció la iglesia tal
como lo había predicho (Mat. 16:18; Hch. 2). Pedro y los Once declararon las condiciones para
entrar (Mat. 16:19; Hch. 2:14-38). Lo que ellos predicaran de allí en adelante ya había sido
autorizado por Dios mismo (Mat. 16:19). Estas declaraciones no son equivalentes a las
exposiciones poco entusiastas, debiluchas y ambiguas que caracterizan a muchos
predicadores/maestros en la iglesia hoy. En efecto, Jesús dijo con respecto a su reino: «¡Esta es
la manera como va a suceder!», ¡y sucedió exactamente de esa manera!
Cuando Jesús vio que muchos de sus discípulos se iban, porque no estaban dispuestos a soportar
sus «duras palabras», en lugar de cambiar Su táctica, de alterar Su «método», o de correr tras
ellos ofreciéndoles cumplir «sus necesidades», Él se volvió hacia los apóstoles y los desafió:
«¿Acaso queréis vosotros iros también?» (Jn. 6:60, 66-67). Les advirtió que si ellos se conducían
de la misma manera en la que Él se había conducido como predicador/maestro, serían odiados
y maltratados como Él lo había sido (Jn. 15:18-20; 16:2; Mat. 10:22; Lc. 6:22-23). No obstante,
ellos tenían que mantenerse firmes e inflexibles. Como Juan el Bautista, ellos no debían ser
«sacudidos por el viento» (Lc. 7:24; comp. Ef. 4:14). Cuando el mensaje de Jesús y sus principales
afirmaciones de la verdad «ofendieron» a algunos (Mat. 15:12), sin ambigüedad alguna tildó a
los ofendidos como «ciegos» (Mat. 15:14). El amor de Esteban por sus hermanos era
incuestionable (Mat. 7:60). Sin embargo, él denunció la inaceptable condición espiritual de ellos
en términos tajantes (Hch. 7:51-53). Él simplemente estaba imitando el ejemplo de su Salvador
(Jn. 13:15). De hecho, Jesús declaró de manera definitiva que algunas personas no pueden ser
salvos (Mat. 5:20; Lc. 13:3; Jn. 3:5; 8:24). Sus fieles seguidores también fueron definitivos,
directos y «estrechos» (4:12; Hch. 8:20-23; 13:10).
42