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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
2. 16:22 Pedro por presunción cae de su postura correcta a un intento de corregir al Señor y de
mejorar el propósito eterno de Dios. ¡El Espíritu Santo registra que verdaderamente él intentó
reprender al Hijo de Dios!
3. 16:23a Con un verbo en tiempo presente en el modo imperativo Cristo explota contra el
apóstol con la que podría ser la reprimenda más grande que haya dado a cualquier hombre.
Previamente Pedro había sido alabado por no dejarse influenciar por «carne ni sangre» pero
ahora mismo él está jugando el rol de Satanás al tentar a Cristo a no ir a la cruz tal cual el diablo
lo había hecho en el desierto (Mat. 4). Es llamado «Satanás» porque estaba jugando el rol del
adversario (satanás significa adversario). La ignorancia de Pedro lo convirtió en herramienta del
diablo llevándolo a obstaculizar el cumplimiento de los designios de Dios. Y peor aún, si es que
podía ser peor, ¡él realmente supuso que podía ponerse en la posición de maestro de Cristo!
Colocándose enfrente de Cristo, y aun por encima de Cristo, él olvidó su lugar (atrás, como
seguidor) y por eso fue enviado atrás adonde pertenecía.
4. 16:23b La razón o explicación de la insensatez de Pedro era que su mente sintonizaba mal, es
decir, buscaba sintonía con los hombres y no con Dios. Ciertamente «del corazón brotan los
asuntos de la vida» (Prov. 4:23).
Nadie en ese momento (ni ahora) podía acusar a Cristo de ser poco amoroso con Pedro o por
ser tan duro y radical en sus palabras. Pero aquello que Jesús hizo fue la cosa más amorosa que
podía haber hecho en ese preciso set de circunstancias. Pedro no necesitaba un corderito en
período de lactancia sino una rugiente y urgente voz de león. Tampoco hay alguna indicación de
que Pedro se ofendiera se sintiera herido por la directa reprimenda del Señor. Muchos en la
iglesia hoy no dudarían en encontrar demasiada dureza, ausencia de amor o radicalismo en las
palabras del Maestro. Quizá dirían que es un muy duro juicio, demasiado estricto o dogmático.
¡Lo que es popular hoy es ver a un hombre blando hablando a gente blanda exhortándoles a ser
más blandos! Los hermanos han olvidado que, «¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios
vivo!» (Heb. 10:31) y que «nuestro Dios es fuego consumidor» (Heb. 12:29). El grupo «gracia
solamente», «sin disciplina», «amor ágape», que surge entre nosotros hoy, es la influencia más
peligrosa que se está propagando por toda la hermandad en nuestro tiempo. Si se le permite
continuar será lo más destructivo que habrá en las iglesias de Cristo de nuestro país.
Que estas concluyentes palabras sean indelebles en nuestros corazones:
Tendemos a leer solamente lo que nos agrada, a abrazar las bendiciones e ignorar las
advertencias. Disfrutamos la luz pero cerramos los ojos ante el relámpago. Repetimos las
promesas pero cerramos nuestros oídos ante las amonestaciones. Amamos los pasajes que
hablan de la gentileza de nuestro Maestro, y nos apartamos de aquellos que muestran Su
severidad. Y todo esto es insensato y por ende dañino. Nos estamos volviendo espiritualmente
blandos y anémicos. Somos incapaces de sentir la ira noble y la indignación santa. Somos
invertebrados y en ante el mal no sabemos pararnos en firme.
Debemos leer «todas las palabras de la ley, las bendiciones y maldiciones». Debemos permitir
que el Señor nos prepare con sus severidades. Debemos meditar diligentemente en las
consecuencias terribles del pecado, y en sus terroríficos tentáculos. A toda costa debemos
deshacernos de la gentileza espuria que mantiene un compromiso con la impureza, de ese afecto
afeminado que está desprovisto de fuego santo. Debemos procurar el amor que arde perenne
contra todo pecado; debemos buscar la gentileza que intensamente puede detectar cualquier
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