Page 51 - JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO

                  Les  dijo  que  dejaran  de  maravillarse,  que  abandonaran  su  incredulidad,  que  recibieran  y
                  creyeran la verdad que les estaba diciendo, de lo contrario cuando en el futuro Él llame a los
                  hombres de las tumbas en el juicio universal, ellos resucitarían para condenación. Les habló de
                  manera definitiva y no les ocultó las desagradables realidades de vivir una vida de rechazo a Su
                  voz como hombres que tendrán que dar cuentas cuando sean juzgados en el día final (comp.
                  Mat. 7:24-27; Jn. 12:48-50).

                  Querido amigo, iniciando esta lección declaramos que necesitamos ser como Jesús. Debemos
                  permitir que Su mente y actitud sean las nuestras en todo. No hay ambigüedad en Su actitud
                  hacia la voluntad del Padre, ni hacia las consecuencias de una continua violación de esa voluntad
                  (comp.  Mat.  7:21-23).  Debemos  ser  fieles,  no  solamente  en  la  proclamación  de  las  buenas
                  nuevas, sino también en nuestra advertencia a todos los hombres que rechazan Su voluntad.
                  Todo lo que anhelamos subjetivamente en nuestro pensamiento no cambiará el destino eterno
                  de los hombres que están fuera de Cristo y de su única y esencial iglesia. Los hombres deben
                  obedecer la voz de Jesús en el evangelio que nos ha dado en su Nuevo Testamento si procuran
                  resucitar de la muerte espiritual a una nueva vida (2 Tes. 1:7-9; Ro. 6:3, 4, 17, 18).

                  Fue debido a Su gran amor por el hombre que nos advirtió acerca de la «resurrección para
                  condenación». El que profesa conocer a Cristo y amar a los hombres pero compromete la verdad
                  aunque sea en una sola área, ¡miente (1 Jn. 2:1-6)! Aquellos que ven a Jesús, el Cordero de Dios,
                  en todo Su amor y compasión, y llegan a la conclusión de que Él está dispuesto a comprometer
                  la verdad del Padre, están dejándose seducir por el pecado y por un deliberado rechazo de Sus
                  palabras, y necesitan oír el rugido del león de la tribu de Judá. A menos que Su iglesia hoy eche
                  un vistazo al Cristo del Apocalipsis, ésta continuará propensa a caer en la presente apostasía. Él
                  camina entre Sus congregaciones, no solamente para ayudarlas, sino también para quitar los
                  candeleros titilantes. Él cabalga sobre su caballo blanco llevando el nombre Fiel y Verdadero, y
                  hace  guerra  contra  todos,  los  de  fuera  y  los  que  están  adentro,  contra  los  que  cometen
                  iniquidades o impiedad (comp. Mat. 12:30; 13:41-43). Su vestidura está teñida con la sangre de
                  sus enemigos. Aquellos que lo siguen se visten de lino fino, blanco y limpio. Sus ojos son llama
                  de fuego y de Su boca sale una espada de dos filos (comp. Heb. 4:12-13). Él pisa el lagar del vino
                  del furor de la ira de Dios Todopoderoso, derramando el vino de Su furia sin diluir. Él es el Rey
                  de  reyes  y  Señor  de  señores  (Apo.  19:11-16).  El  que  tiene oídos  para oír,  que  oiga  porque
                  aquellos que rechazan Su voz y falsifican Su palabra serán retirados del libro de la vida y de la
                  santa ciudad (Apo. 22:18ss).
                  Hermanos, no tenemos derecho a hacer creer a los hombres que Cristo «tal vez», «quizás»,
                  «probablemente» salvará a algunas personas que Dios y la Biblia han declarado perdidos. Si lo
                  hacemos, ellos y nosotros, solamente conoceremos la resurrección para condenación (Gál. 1:6-
                  10).














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