Page 56 - JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO

                  Jesús reconoció la fuerza de las declaraciones condicionales que le plantearon, pues en cada
                  caso el deseo despertado era intenso y el mal del acto propuesto astutamente disimulado. Sin
                  una pizca de «mente abierta» Cristo tajantemente polemizó con el triple asalto de Satanás—y
                  en cada caso lo derrotó con apelación directa a la palabra de Dios escrita. Jesús no «contó votos
                  a su favor» haciendo referencia a ciertos líderes religiosos que le apoyaban ni hizo referencia a
                  los eruditos compilando una lista de aquellos que concordaban con Su posición.

                  Jesús probó que la humildad NO excluye la convicción. Él no era tan «modesto» como para
                  disculparse o titubear cuando presentaba la verdad de la palabra de Dios. Cuando la enseñanza
                  bíblica es clara, la llamada «mente abierta» es una señal, no de madurez sino de inmadurez.
                  Aquellos que no se definen en cuanto a lo que creen y que son «llevados de aquí para allá por
                  cualquier  viento  de  doctrina»  (Ef.  4:14)  so  literalmente  niños  fluctuantes.  Jesús  no  era
                  estudiante  de  la  escuela  del  pensamiento  «siempre-están-aprendiendo-y-nunca-llegan-al-
                  conocimiento-de-la-verdad» (2 Tim. 3:7).

                  Jesús probó que seguir a DIOS no requiere que siempre seamos positivos. ¡Imagínese a Cristo
                  justo antes de esta confrontación aconsejando que «hablemos de lo que creemos, pero no
                  contra aquello que los demás creen»! Claramente Jesús usó declaraciones que involucraban
                  tanto positivos como negativos (4:4, 7, 10) de manera que era capaz de exhortar con la sana
                  doctrina y convencer a los que se oponían (Tito 1:9). ¡Exhorte como Él lo hacía! ¡Convenza como
                  Él lo hacía!

                  Jesús probó que debatir en amor acerca de la verdad revelada es la manera correcta de tratar
                  con los desacuerdos. Jesús no ignoró ni disimuló ni minimizó sus diferencias con Satanás. El
                  Salvador hizo uso de la capacidad del hombre para razonar, reconociendo la función y el valor
                  de  la  facultad  lógica  implanta  por  el  Creador  en  el  hombre  (Isa.  1:18;  1  Tes.  5:21).  Probó
                  contundentemente a Satanás que había sido pesado intelectualmente y que había sido hallado
                  falto. Pablo, Pedro y Apolos siguieron a su Señor en esta poderosa metodología (Hch. 9:22; 1 Pe.
                  3:15; Hch. 18:28).
                  Jesús no se sintió satisfecho con la disposición de Satanás a (1) discutir temas religiosos, (2) de
                  leer las Escrituras, o (3) expresar «percepciones personales» acerca de la palabra de Dios. Jesús
                  estaba más interesado en el valor de la verdad que da vida y en la insensatez del error que
                  preocupado por si Satanás «se apartaba» de Él. No hay en lo absoluto indicación alguna de que
                  Cristo se haya disculpado alguna vez por hablar la verdad de Dios (Mat. 4:11; Mr. 10:22).

                  Esperamos haber hecho pedazos un sueño… un sueño que ha crecido a través de los siglos… el
                  sueño de un retrato de Jesús al que muchas manos han tocado. El retrato original está en los
                  evangelios,  pero muchos han  tratado  de mejorar el  original  y  por eso  lo  han  falsificado.  Al
                  intentar hacer más atractivo a Jesús, lo han pintado menos atractivo. Al intentar hacerlo más
                  relevante, han perdido de vista la relevancia de Su misión divina; hemos tenido suficiente del
                  Cristo raquítico, pálido, anémico, blandito, del Jesús ‘solo manso y humilde’. Veamos al Cristo
                  de los evangelios, quien pisa y levanta polvo palestino, quemado por el sol, valiente, decidido.
                  Limpie el lienzo. Busque el original, no al enclenque religioso de nuestra imaginación humana ni
                  al  ‘emo’  afectado  de  nuestras  bellas  pinturas.  Busque  al  Cristo  que  ordena  a  Su  manera,
                  desafiante en Su adultez, convincente en Su misión—¡el revolucionario no-agnóstico Hijo de
                  Dios!





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