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JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO

                                                      Lección 24

                                                  «…no entraréis»


                                                   (Mat. 5:19-20)



                  Jesús dijo: «Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más
                  pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero
                  cualquiera  que  los  guarde  y  los  enseñe,  éste  será  llamado  grande  en  el  reino  de  los
                  cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis
                  en el reino de los cielos» (Mat. 5:19-20).

                  «… no entraréis en el reino de los cielos» ¡es claro y va al punto! Existe el punto de vista erróneo
                  defendido por mucha gente, y lamentablemente tengo que decirlo, aun de la iglesia, de que
                  Cristo era tan «amoroso» que siempre se le describe como un absoluto pacifista. Ellos lo ven
                  como alguien que nunca se opuso al error, y que era ambiguo en su enseñanza y estilo de vida,
                  como alguien que siempre dejaba la impresión en las multitudes de que todos serían salvos, y
                  como  alguien  que  nunca  reprendió  duramente—ni  siquiera  al  más  vil  pecador.  En  pocas
                  palabras, ¡algunos parecen sostener que el Hijo de Dios tenía las convicciones  de una «toallita
                  húmeda Kleenex»!

                  Yo me pregunto: Si Jesús era el tipo de predicador/maestro presentado por muchos hoy, ¿por
                  qué fue crucificado? Si Él era tal cual algunos lo describen y lo presentan hoy, ¿por qué el mundo
                  lo asesinó? La realidad del caso es: Cristo no era del mundo. Si Él hubiera sido del mundo, el
                  mundo  lo  habría  amado  (Jn.  7:7;  15:18-19).  Fue  crucificado  pero  no  por  decir  cosas  como:
                  «Considerad los lirios del campo…» (Mat. 6:28), sino por decir cosas como: «Escrito está: “Mi
                  casa será llamada casa de oración”, pero vosotros la estáis haciendo cueva de ladrones» (Mat.
                  21:13). No fue crucificado por decir: « Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán
                  a Dios» (Mat. 5:8), sino por decir: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque
                  limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno»
                  (Mat. 23:25). La multitud no lo mató por decir: «Bienaventurados los que lloran, pues ellos
                  serán consolados» (Mat. 5:4), sino por decir: «Dejadlos; son ciegos guías de ciegos. Y si un ciego
                  guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo» (Mat. 15:12-14). Jesús era muy incisivo en Su
                  predicación.

                  Cristo no pretendía estar bien con todas las partes, no era ambiguo, no cometía equívocos, eran
                  muy definido en Su vida y enseñanza. Estos son unos cuantos ejemplos de esto: (1) Su actitud
                  hacia los niños (Mat. 9:37), (2) Amigos (Jn. 15:15), (3) Obediencia (Mat. 12:50; Jn. 7:17), (4)
                  Oración (Lc. 9:29; Jn. 17:20-21; Lc. 23:34), (5) Obra (Jn. 4:34; 5:36; 9:4; 17:4; 19:30), (6) Nueva
                  vida (Jn. 3:3; 5:24; 6:23; 12:24; 14:12), y (7) Los falsos maestros (Mat. 23:15).

                  En todo Cristo era amoroso pero firme. Algunos quieren lograr que creamos que si somos firmes
                  enseñando la verdad y rehusamos comprometerla, entonces no tenemos amor. ¡Pero ese no es
                  el caso! Debe haber de la predicación «Considerad los lirios del campo», pero también debe
                  denunciarse la impiedad. El pecado se instala a sus anchas en la iglesia, ¡en toda la hermandad!
                  Amados, ustedes saben que estoy diciendo la verdad. ¿Cuándo fue la última vez que predicaron
                  acerca de Gálatas 5:19-20—o escucharon a alguno predicando este pasaje?




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