Page 58 - JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO
P. 58

JESÚS — UN MAESTRO VERDADERAMENTE DEFINITIVO

                  salvación».  Ellos  no  pueden  ofrecer  más  que  destrucción mientras  que  Jesús da  vida  súper
                  abundante aquí y más allá (comp. 2 Pe. 2; Ro. 6:23).

                  Claramente, considerando el contexto total del Nuevo Testamento, uno debe ser un cristiano
                  fiel (no un sectario, ni un religioso, ni un universalista ecuménico, etc.) para ir al cielo. Además,
                  uno no puede ser agnóstico ante esta proposición. El que conoce la verdad y contradice a Cristo
                  es obviamente un mentiroso, y posiblemente una causa perdida (Ro. 3:4). El que hace parecer
                  que Cristo dijo que hay muchas «puertas» para entrar al rebaño (al declarar que la voluntad del
                  Señor  es  tan  ambigua  como  para  admitir  múltiples  interpretaciones  igualmente  aceptables
                  siempre y cuando éstas sean defendidas sinceramente implica que, o el Señor mintió en este y
                  en  otros  pasajes  bíblicos  o  que  la  Biblia  valida  que  haya  contradicciones  en  sí  misma).
                  Frecuentemente oímos decir que «Dios salvará a algunos que no obedecieron Su voluntad, y lo
                  hará  a  pesar  de  Su  revelación».  ¡Esto  sugiere  que  Dios  «sólo  hablaba  figurativamente»  o
                  exageraba  en  Su  código escrito  acerca  de estos temas—o  que mintió  (Heb. 6:18;  Jn. 14:6)!
                  ¿Quién está dispuesto a admitir abiertamente  cualquieras de estas alternativas?

                  Dios el Hijo no era ambiguo ni ambivalente. Él no se equivocaba ni se equivoca en Sus demandas.
                  Él  no  es  tímido;  ni  Su  franqueza  compromete  su  perfecta  «amorosidad».  Es el  colmo  de  la
                  insensatez creer que alguien está actuando más amorosamente que lo demás (incluso que Dios
                  mismo) cuando le hace tal sombra a la verdad (con tal de proteger sentimientos o como una
                  demostración de pseudo humildad) que el perdido se queda perdido, pero «sintiéndose bien
                  consigo mismo» como bono extra.

                  El amor no necesita la timidez o la ambigüedad. De hecho éste milita contra el agnosticismo
                  cuando, en un dado punto, la verdad está disponible y al alcance (Jn. 8:32). Puede que nunca
                  lleguemos a ser «tan buenos» o «tan brillantes» como para imitar el perfecto ejemplo del Señor
                  ya sea en (1) nuestro mensaje o (2) en nuestra metodología. No es verdadero amor por lo
                  hombres, o  por  Dios,  o  por  sí mismo,  presumir con  una  rampante  insubordinación  hacia  la
                  Deidad que los propios pensamientos acerca de este asunto son más trascendentes que las
                  sabias instrucciones del Altísimo.
























                                                           57
   53   54   55   56   57   58   59   60   61   62