Page 139 - Resiliente
P. 139
Volvimos abrir la puerta, no somos rápidos, ninguno de los dos,
pero salimos corriendo de aquel lugar a toda velocidad, zigza-
gueando, esquivando a esos malditos, y salimos a plena calle de
La Pedregosa sintiendo el suelo pavimentado en nuestros pies.
Los gemidos de los zombis eran casi ensordecedores, estaban
cerca ¡Muy cerca! Pero corrimos cuesta arriba... y decir que
solamente es una cuesta nada más es muy poco... es La Cuesta...
Corrimos cuesta arriba con los pulmones ardiendo, y llegamos
casi hasta el final del camino, Máximo y yo terminamos pálidos
por la subida. Había frio y una ligera llovizna, cuando nos
volvimos los vimos subir a tropel, todos y cada uno de ellos
viniendo justo hacia nosotros, recuerdo que pensamientos
de desesperanza nos asaltaron, pero fue en ese momento
que Máximo comenzó a decirme;
—Tenemos que eliminarlos de alguna manera.
Entonces vimos, al final del camino una gran mansión de amplios
y altos muros y una reja bastante resistente.
Máximo corrió hacia allí usando acopio de todas las fuerzas
que le quedaban, y cuando entramos comenzó a darle golpes a las
rejas y a los tubos.
—Ve y toca esa corneta de allí —me dijo señalando un auto
de lujo.
Corrí hacia el auto y recuerdo que comencé a tocar la corneta
una y otra vez y entonces comprendí lo que quería hacer Máximo,
quería encerrarlos, después de todo, encajonados en una mansión
de tanto muro como aquella, cien zombis no eran tanto... ellos
comenzaron a aparecer lentamente allí, todos inflados y llenos
de carne, Máximo comenzó hacer gestos y a gritarles groserías,
cuando vimos que comenzaban a llenar el patio retrocedimos
y corrimos hacia el patio trasero pasando sobre una reja,
los gemidos venían ya cerca.
139

