Page 142 - Resiliente
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El cielo que había amanecido poco soleado ahora se había
convertido en una nube completa, grisácea, que nos anunciaba
una fuerte lluvia para el final de la tarde.
Cuando llegamos, Máximo y yo nos encargamos de sellar bien
la barricada esperando no tener que salir hasta que fuese nece-
sario... al menos de momento porque en el fondo sabíamos que
la faena siguiente era reunir comida y provisiones... una vez
martillada y clavada la barricada, volvimos a la reja de entra-
da a San Andrés y revisamos que la camioneta de Máximo estuvie-
se presionando bien la reja, si venían los zombis jamás podrían
mover la reja, Máximo había metido todos los frenos y habíamos
colocado el seguro, era imposible entrar, revisamos los latera-
les de la casa junto a la reja pero esta tenía un gran muro de
piedra elevado por unos 3 metros de alto mas unos 40 centime-
tros de grosor y abajo había un montículo irregular de grama,
no se podrían subir por allí... ni siquiera intentarlo.
—Todo está bien —me dijo Máximo —deja la paranoia y volva-
mos a casa... tengo frio.
Yo asentí lentamente y me baje de la muralla, tras haber vivido
aquellas horas de pesadilla no me cabía duda de que aquello,
aun por muy lejos que estuviese de la ciudad estaba plagado,
había que reforzar bien cada opción, disminuir cada posibilidad
de que algún zombi se colara, volvimos a casa, fuimos bien
recibidos por nuestras mujeres...
23 de mayo entrada final.
Pasamos el resto del día hasta la noche dragando el agua infec-
tada del tanque que sustentaba las tres casas que habitábamos,
sacamos el cuerpo descompuesto del zombi que se había metido
y casi me había quitado la vida, sacamos su cuerpo y lo lleva-
mos hasta el patio, donde estaba la barricada y depositamos sus
restos allí, al igual que todos los otros que habíamos matado
la noche que nos invadieron.
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