Page 165 - Resiliente
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Todo el piso estaba lleno de sangre seca y un barrizal de carne

                   descompuesta... había sido una carnicería, pero observe uno
                   de los anaqueles del fondo con algunas latas de comida, corrí

                   hacia allí y las tome todas.



                   Salí al día grisáceo y mire a Máximo batearle la cabeza
                   al zombi más cercano con la barreta y me grito que subiéramos

                   al jeep, observe porque, venían muchos más por la calle princi-
                   pal, arranque de retroceso y retome la avenida central.



                          —Mierda... —dijo Máximo sudoroso.

                          —Y eso solo fue el primero —dije.



                   Comencé a esquivarlos por toda la carretera andando casi
                   en zigzag, llegamos al establecimiento más grande, La Gaviota,

                   estacione el jeep frontalmente e hicimos un reconocimiento
                   de nuestra situación, había allí, pocos zombis, seguramente

                   atraídos por la pelea que causamos en el último abasto.



                   Esta vez me quede yo fuera vigilando y Máximo para entrar
                   en el mercado tuvo que romper a golpes un enorme candado

                   que había allí, eso nos daba esperanzas de que hubiese algo
                   de comida sin embargo, la esperanza se acabó cuando los golpes

                   atrajeron a Las Cosas de la urbanización más cercana y también
                   con ellos salió corriendo un histérico que vino de inmediato

                   hacia mí, abanique el hacha y le partí el cráneo, el zombi
                   quedo convulsionando pero más llegaron al auxilio, Máximo

                   salió agarrando una caja repleta de comida y el tiro en la
                   parte trasera del jeep.



                          —¡Es todo lo que hay! —grito subiéndose —¡VAMOS!



                   Corrí al jeep esquivando a los muertos vivientes y llegue

                   al volante, atropelle a otros de retroceso y salí disparado
                   por la avenida principal hasta los abastos más pequeños

                   de arriba, Máximo y yo jadeábamos, a pesar de la corta faena
                   era agotador y nada sencillo derribar a esos bastardos.




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