Page 182 - Resiliente
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—Aún hay que protegerse...

                                            —No quiero saber —le dije.



                                    Quien sabe que más habrá metido en la mochila... tomamos todo
                                    lo posible y que considere de importancia y volvimos a bajar

                                    las escalerillas, los Zs se habían movido un poco, aparen-
                                    temente atraídos por algo más lejos, sentí curiosidad, ahora

                                    acepte a Máximo eliminarlos de una buena vez y los dos nos
                                    escabullimos hasta llegarles por detrás, Máximo abanico

                                    y le aplasto la cabeza al primero y yo al otro le enterré
                                    el fijo del hacha en la nuca.



                                    Los cuerpos cayeron pesadamente soltando otra bocanada de aquel

                                    horrible hedor de muerte y vimos a unos otros caminando para
                                    el fondo, esos los decidimos dejar en paz, pero vi algo pecu-

                                    liar a mi derecha... justo sobre la tienda de electrónicos,
                                    que sorprendentemente había sido saqueada incluso más que

                                    la de la comida vi una cuerda colgada en el pasamano de
                                    la escalera del segundo piso y llegaba hasta por detrás del

                                    mostrador de la tienda.



                                            —Mira eso —le dije.



                                    Era un nudo firme el que habían hecho, mire huellas de sangre
                                    en el suelo y sobre el mostrador, también observe la horquilla

                                    de la amarra que habían hecho, el objetivo era el de colgarse
                                    sin duda alguna, mire a mi alrededor y Máximo se asomó sobre

                                    el mostrador del gigantesco local.



                                            —Mierda... —dijo brincándose al otro lado.



                                    Corrí hacia él y me asome también, entonces lo vi, era una
                                    figura morena, atlética, aun así estaba pálida y de aspecto

                                    débil, tenía el cabello enmarañado pero agarrado en una cola
                                    de caballo que le caía por el cuello, levanto lentamente

                                    la mirada y la poso en mis ojos, percibí una especie de brillo
                                    esperanzador pero a la vez escepticismo en el rostro conocido




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