Page 254 - Resiliente
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Máximo (Durante estos tres últimos días) ha sufrido potentes

                                    accesos de tos, y esa preocupación en su rostro que aun hablando
                                    con el jamás nos revelo... hasta ahora.



                                    Hace cinco días exactamente, Máximo estaba de nuevo sentado

                                    en el parque del refugio, y Mauro y yo preocupados nos acercamos
                                    a él, eran aproximadamente las 6 am, y nos tocaba un turno

                                    compartido de vigilancia para Mauro y para mí, a mí en la reja
                                    y a él en la calle lateral.



                                    Cuando cambiamos de lugar como de costumbre, vimos a la robusta

                                    figura de Máximo sentada solitariamente sobre las banquetas de
                                    piedra que adornaban aquel parque, hacia frio, pero él estaba

                                    en una franelilla y con las manos entrelazadas en las rodillas,
                                    nos miró cuando nos acercamos.



                                            —¿Qué haces despierto? —dijo Mauro. —Te toca el turno de

                                    las nueve am.
                                            —Sí, ya se, solo que no puedo dormir... —dijo Máximo asin-

                                    tiendo con la cabeza.
                                            —¿Qué te pasa? —dije yo sentándome al lado. —¿Todo bien?

                                            —No. —dijo rápidamente el, Mauro y yo nos miramos.



                                    Máximo volvió a sucumbir en un acceso de tos.



                                            —Te hemos notado raro durante todas estas últimas semanas
                                    ¿Qué pasa? —dijo Mauro.

                                            —Es... que tengo algo que hacer...
                                            —¿Qué pasa? —dije yo.

                                            —Mis padres, —dijo el suspirando y con notable tristeza.
                                    —ellos... siguen en el apartamento.

                                            —¿De qué hablas? —dijo Mauro con sorna en la voz.
                                            —Fueron infectados. —dijo Máximo cerrando los ojos con

                                    fuerza. —Pero yo no tuve el valor... cuando fui a por ellos,
                                    encontré a papá así encerrado en su habitación y a mamá dan-

                                    do vueltas por el apartamento, cuando los vi así... solo sentí
                                    como todo mi interior se arrugaba, ahora siento una terrible




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