Page 89 - Resiliente
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Intente limpiar mi mente todo lo posible de aquellos horribles

                   pensamientos, no sé cuántos había matado, pero Laura tenía
                   razón y mis miedos eran irrelevantes, mi... falta de arrepenti-

                   miento era natural, o eso intentaba pensar yo.



                   En realidad, cuando vi tanta muerte, cuando escuche los gritos
                   del hospital, cuando los vi despedazar a esos soldados, cuando

                   vi a mamá... cuando vi al vigilante, cuando les disparé, cuando
                   me gritaron, cuando me atacaron en el mercado... macere

                   un odio horrible, macere una especie de valentía, de necesidad
                   para matarlos y vivir, de acabarlos a todos y a cada uno

                   de ellos pero me di cuenta rápidamente de mi error, que por
                   haber matado a aquellos en el estacionamiento aquella mañana,

                   los estaba comenzando a subestimar.



                   Debo entrenar en disparar, debo cuidar mis movimientos, debo
                   cuidar a mis amigos y a Camila, y eso es lo que me mueve

                   para vivir en estos momentos.



                   Llegamos al portón de la San Andrés, y Máximo bajo muy
                   rápido para escalar la reja y abrir el seguro del otro lado,

                   cuando abrió, miramos a lo lejos a tres Revividos, sentí
                   un vuelco en mi pecho y Máximo lanzo un alarido irreconocible,

                   saco el martillo del cinturón y comenzó a correr hacia ellos,
                   aceleré el Toyota, pero Máximo se atravesó en la avenida,

                   se giró y me miro con ira, arremetió contra el primero
                   que lo venía a atacar y le pego un martillazo en la cabeza

                   que le rompió el cráneo, al otro, lo atropelle con el Toyota
                   y le pase por encima varias veces.



                   El último le agarro a Máximo por la espalda y Laura agarro la

                   pistola que Máximo había dejado en el asiento y le pego un tiro
                   por la oreja, Máximo se giró y la miro, su ira momentáneamente

                   se desvaneció un quiebre en su orgullo se nos hizo visible,
                   asintió ligeramente con la cabeza. Pero luego vi la preocupa-

                   ción en la cara y comenzó a correr.






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