Page 35 - Aldous Huxley
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En la voz de Fanny sonaba una nota de horror. -Bueno, en todo caso no estará tan solo
cuando esté conmigo. No sé por qué todo el mundo lo trata tan mal. Yo lo encuentro
muy agradable.
Sonrió para sí; ¡cuán absurdamente tímido se había mostrado Bernard! Asustado casi,
como si ella fuese un Interventor Mundial y él un mecánico Gamma-Menos.
-Consideren sus propios gustos -dijo Mustafá Mond-. ¿Ha encontrado jamás alguno de
ustedes un obstáculo insalvable?
La pregunta fue contestada con un silencio negativo.
-¿Alguno de ustedes se ha visto jamás obligado a esperar largo tiempo entre la
conciencia de un deseo y su satisfacción?
-Bueno... -empezó uno de los muchachos; y vaciló.
-Hable -dijo el D.I.C.-. No haga esperar a
Su Fordería.
-Una vez tuve que esperar casi cuatro semanas antes de que la muchacha que yo
deseaba me permitiera ir con ella.
-¿Y sintió usted una fuerte emoción?
-¡Horrible!
-Horrible; exactamente -dijo el Interventor-. Nuestros antepasados eran tan estúpidos y
cortos de miras que cuando aparecieron los primeros reformadores y ofrecieron librarles
de estas horribles emociones, no quisieron ni escucharles.
-Hablan de ella como si fuese un trozo de carne. -Bernard rechinó los dientes-. La he
probado, no la he probado. Como un cordero. La rebajan a la categoría de cordero, ni
más ni menos. Ella dijo que lo pensaría y que me contestaría esta semana. ¡Oh, Ford,
Ford, Ford!
Sentía deseos de acercarse a ellos y pegarles en la cara, duro, fuerte, una y otra vez.
-De veras, te aconsejo que la pruebes -decía Henry Foster.
-¡Es tan feo! -dijo Fanny.
-Pues a mí me gusta su aspecto. -¡Y tan bajo!
Fanny hizo una mueca; la poca estatura era típica de las castas bajas.
-Yo lo encuentro muy simpático -dijo Lenina-. Me hace sentir deseos de mimarlo.
¿Entiendes? Como a un gato.