Page 32 - Aldous Huxley
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                  -¡Sólo cuatro meses! ¡Me gusta! Y lo que es peor -prosiguió Fanny, señalándola con un
                  dedo acusador- es que en todo este tiempo no  ha  habido  en  tu  vida  nadie,  excepto
                  Henry, ¿verdad?


                  Lenina se sonrojó violentamente; pero sus ojos y el tono de su voz siguieron desafiando
                  a su amiga.

                  -No, nadie más -contestó, casi con truculencia-. Y no veo por qué debería haber habido
                  alguien más.

                  -¡Vaya! ¡La niña no ve por qué! -repitió Fanny, como dirigiéndose a un invisible oyente
                  situado detrás del hombro izquierdo de Lenina. Luego, cambiando bruscamente de tono,
                  añadió-: En serio. La verdad es que creo que deberías andar con cuidado. Está muy mal
                  eso de seguir así con el mismo hombre. A los  cuarenta  o  cuarenta  y  cinco  años,
                  todavía... Pero, ¡a tu edad, Lenina! No. no puede ser. Y sabes muy bien que el D.I.C. se
                  opone firmemente a todo lo que sea demasiado intenso o prolongado...

                  -Imaginen un tubo que encierra agua a  presión.  -Los  estudiantes  se  lo  imaginaron-.
                  Practico en el mismo un solo agujero -dijo el Interventor--. ¡Qué hermoso chorro!


                  Lo agujereó veinte veces. Brotaron veinte mezquinas fuentecitas.

                  Hijo mío. Hijo mío...

                  ¡Madre!


                  La locura es contagiosa.

                  Amor mío, mi único amor, preciosa, preciosa...


                  Madre, monogamia, romanticismo... La fuente brota muy alta; el chorro surge con furia,
                  espumante. La necesidad tiene una sola salida. Amor mío, hijo mío. No es extraño que
                  aquellos pobres premodernos estuviesen locos y fuesen desdichados y miserables. Su
                  mundo no les permitía tomar las cosas con calma, no les permitía  ser  juiciosos,
                  virtuosos, felices. Con madres y amantes, con prohibiciones para cuya obediencia no
                  habían  sido condicionados, con las tentaciones y los remordimientos solitarios, con
                  todas las enfermedades y el dolor eternamente aislante, no es de extrañar que sintieran
                  intensamente  las  cosas  y sintiéndolas así (y, peor aún, en soledad, en un aislamiento
                  individual sin esperanzas), ¿cómo podían ser estables?

                  -Claro que no tienes necesidad de dejarle. Pero salga con algún otro de vez en cuando.
                  Esto basta. P-1 va con otras muchachas, ¿no es verdad?

                  Lenina lo admitió.


                  -Claro que sí. Henry Foster es un perfecto caballero, siempre correcto. Además, tienes
                  que pensar en el director. Ya sabes que es muy quisquilloso.. ,


                  Asintiendo con la cabeza, Lenina dijo:
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