Page 36 - Aldous Huxley
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Fanny estaba sorprendida y disgustada.
-Dicen que alguien cometió un error cuando todavía estaba envasado; creyó que era un
Gamma y puso alcohol en su ración de sucedáneo de la sangre. Por esto es tan canijo.
-¡Qué tontería!
Lenina estaba indignada.
-La enseñanza mediante el sueño estuvo prohibida en Inglaterra. Había allá algo que se
llamaba Liberalismo. El Parlamento, suponiendo que ustedes sepan lo que era, aprobó
una ley que la prohibía. Se conservan los archivos. Hubo discursos sobre la libertad, a
propósito de ello. Libertad para ser consciente y desgraciado. Libertad para ser una
clavija redonda en un agujero cuadrado.
-Pero, mi querido amigo, con mucho gusto, te lo aseguro. Con mucho gusto. -Henry
Foster dio unas palmadas al hombro del Predestinador Ayudante-. Al fin y al cabo, todo
el mundo pertenece a todo el mundo.
Cien repeticiones tres noches por semana, durante cuatro años -pensó Bernard Marx,
que era especialista en hipnopedia-. Sesenta y dos mil cuatrocientas repeticiones crean
una verdad. ¡Idiotas!
-O el sistema de Castas. Constantemente propuesto, constantemente rechazado. Existía
entonces la llamada democracia. Como si los hombres fuesen iguales no sólo
fisicoquímicamente.
-Bueno, lo único que puedo decir es que aceptaré su invitación.
Bernard los odiaba, los odiaba. Pero eran dos, y eran altos y fuertes.
-La Guerra de los Nueve Años empezó en el año 141 d. F.
-Aunque fuese verdad lo de que le pusieron alcohol en el sucedáneo de la sangre.
-Cosa que, simplemente, no puedo creer -concluyó Lenina.
-El estruendo de catorce mil aviones avanzando en formación abierta. Pero en la
Kurfurstendamm y en el Huitiéme Arrondissement, la explosión de las bombas de
ántrax apenas produce más ruido que el de una bolsa de papel al estallar,
-Porque quiero ver una Reserva de Salvajes.
-CH C H (NO) 2 + Hg (CNO 2) ¿a qué? Un enorme agujero en el suelo, un montón de
ruinas, algunos trozos de carne y de mucus, un pie, con la bota puesta todavía, que vuela
por los aires y aterriza, ¡plas!, entre los geranios, los geranios rojos... ¡Qué espléndida
floración, aquel verano!
-No tienes remedio, Lenina; te dejo por lo que eres.