Page 102 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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102                   EL  MUNDO  HELENÍSTICO


      sus casas y obstruían las puertas con altares como muestra de resistencia
      a aceptar la requisición. En el siglo II, parece que se estableció un modus
      vivendi, en la medida en que el ejército era mucho más autóctono y el sol­
      dado ya no era el privilegiado de antes: más cercano al campesino, ya no
      suscitaba aquel odio feroz que se entrevé en los papiros del siglo III.
         Desarraigados, los mercenarios griegos o macedonios se mantuvie­
      ron radicalmente vinculados al helenismo, aunque padecieron el influjo
      profundo de los cultos locales. Parece que, en gran parte, hay que atri­
      buirles la fundación de los gimnasios, que se multiplicaron en los reinos
      helenísticos.  Cabe hacer de nuevo,  sin embargo,  una distinción:  en  el
      mundo sirio-anatolio, los gimnasios se abrieron a los indígenas ansiosos
      por acceder a la cultura griega; por el contrario, en Egipto, eran clubes
      celosamente reservados a los ocupantes; cuando el ejército fue invadido
      por los semitas, los gimnasios se convirtieron en el centro de una especie
      de francmasonería helénica que quería preservarse de la contaminación de
      los bárbaros.35

      La tenencia de la tierra en la cleruquía


         Una de las instituciones más originales de la época helenística fue la
      de la cleruquía, destinada a retener a los mercenarios a cambio de un lote de
      tierra (cuya superficie variaba considerablemente, entre  1  y 250 ha), to­
      mado de los dominios reales o religiosos, o de las doreai. Aunque la pala­
      bra es griega y remite a los clerucas de la Atenas clásica, ese modo de re­
      compensar los servicios militares, normal en un país de economía agrícola,
      era tradicional en el Egipto faraónico. Los lágidas36 cayeron en la cuenta
      de que conservarla era una gran ventaja: de esa manera, querían formar
      un ejército hereditario y librarse del delicado problema que implicaba re­
      clutar nuevos mercenarios; al mismo tiempo, esperaban que, al instalar
      colonos griegos en la llanura, contendrían mejor a los nativos y favorece­



         35.  Esta distinción, defendida especialmente por M. Launey, actualmente parece
      demasiado tajante: en Egipto, había adolescentes judíos que participaban de la vida del
      gimnasio; incluso algunos jefes de los destacamentos de neaniscoi eran egipcios.
         36.  El sistema militar de los seléucidas era muy distinto del de los lágidas: «Entre los
      lágidas, los colonos estaban obligados personalmente a hacer el servicio militar en calidad
      de propietarios de lotes de tierra. Así pues, el servicio militar era la servidumbre aneja a
      la donación. Los clerucos de Egipto representaban una especie de ejército sedentario. El
      sistema seléucida era el de reclutamiento; se era enrolado como habitante de Larisa y no
      como beneficiario de una dotación» (E. Bikerman).
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