Page 14 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
P. 14

14                    EL  ¡MUNDO  HELENISTICO

      rarse por mar, así como cimentar k  precaria unión ciei reino de Mace­
      donia y la Liga de Corinto.
         Probablemente ninguna de estas razones es rechazable. Pero existía
      también el deseo de hacer revivir los recuerdos de la llíada mediante una
      coalición de Europa contra Asta. La figura de Jerjes también lo domina*
      ba: como él, había ofrecido sacrificios, en Troya, a Atenea y a los héroes;
      como éi, lanzó desde su nave una copa de oro al mar en honor de Posei­
      don. El hijo de Darío había pedido a Helios que no permitiera que obs­
      táculo alguno le impidiera alcanzar los límites de Europa, Alejandro se
     veía como la antítesis de Jerjes, y su programa inicial no era menos am­
      bicioso. La primera acción en tierras asiáticas fue clavar su lanza para
      hacer de ellas  una  «tierra conquistada con· la punta  de ia lanza». Así
      pues, nos parece que, desde el inicio de su expedición, lo acompañaba
     el sueño, o más bien el proyecto, de la monarquía universal Oriente cae­
     ría bajo sus golpes porque llevaba consigo el ímpetu irresistible de un
      dios.

     La epopeya asiática y africana

         El ejército de los sátrapas lo esperaba en el valle bajo del Gránico,
      con el apoyo de los mercenarios griegos de Memnón de Rodas. Y Ale'
     jandro, al frente de una violenta carga de la caballería macedonia, los de­
      rrotó.  En  pocos meses,  casi  toda Asia Menor era suya: se apoderó de
      Sardes, de Efeso, que, sabiéndole próximo, se sublevó contra el Gran
     Rey, y tomó Mileto al asalto. En Gordion cortó con su espada el nudo
     inextricable del carro de Gordias, anticipo de la conquista total de Asia.
         Tras conquistar Anatolia, penetró en Siria y, en Issos (333), derrotó
     por completo ai Gran Rey en persona. El propio Darío hizo la señal de
     la derrota dejando en manos del vencedor incluso a su madre, su esposa
     y todos sus efectos personales. El rey intentó negociar ofreciendo un res­
     cate por los suyos: Alejandro le respondió altivamente que, en primer lu­
     gar, debía someterse.
         A continuación, el rey macedonio quiso acabar con el poder marítimo
     de Persia. Las ciudades fenicias estaban divididas. Sólo Tiro osó resistir,
     pero tras un asedio de siete meses, Alejandro la tomó y le propinó un tra­
      to extremadamente riguroso: la arrasó y vendió a todos sus habitantes co­
      mo esclavos. Luego se apoderó de Gaza y pasó a Egipto, donde fue reci­
      bido  como  un  libertador.  Se  colocó la  doble corona  en  Meníís,  fue  a
      solicitar la investidura divina del oráculo de Siwa, y fundó Alejandría.
   9   10   11   12   13   14   15   16   17   18   19