Page 16 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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1 6                   EL  MUNDO  HELENÍSTICO

        A las posesiones heredadas ele su padre, el reino de Macedonia y la
     hegemonía sobre la Liga helénica, Alejandro sumó [auto o quizá más que
     el Imperio aqu-eménida en su momento de máxima expansión con Da­
     río I. Ningún conquistador reunió bajo su yugo tantas provincias ni llevó
     a su ejército tan lejos de su patria, Para explicar estos éxitos no es sufi­
     ciente con invocar ia fuerza militar de la joven Macedonia, la bravura de
     los soldados griegos, la descomposición de ia monarquía aqueménida ni
     la debilidad y cobardía de Darío Codoma.no. Por lo demás, sorprende la
     escasez de los  contingentes que permitieron a Alejandro conquistar el
     mundo: quizá 40.000 hombres a raíz del desembarco, 120,000 en la India
     y 80.000 en el momento de su muerte. Pero siempre omnipresente, in­
     cansable, cargando al frente de su caballería tal y como aparece en el mo­
     saico de la batalla de Arbelas, Alejandro animaba a su ejército con su va­
     lentía al mismo tiempo que la dirigía con la ciencia del más seguro de los
     estrategas. Por otra parte, aquel intrépido jinete, temible manipulador de
     hombres, aquel capitán de capitanes, demostraba ser el más genial de los
     organizadores.



     Haaa ia unificación del mundo

        El Imperio reposaba en un hombre, dotado de una prodigiosa capa­
     cidad de trabajo y rodeado por algunos íntimos, como el canciller Eu­
     menes y el quiiiarca Hefestión. El tradicional autoritarismo de la mo­
     narquía macedonia se intensificó ai entrar en contacto con.Orlente, ya
     que Alejandro quería ser considerado sucesor de los aqueménidas. En la
     corte se introdujo el ceremonial real, donde se entremezclaban lo griego
     y lo bárbaro, el harén con los tiiósotos y los artistas.
        El principal sostén del Imperio era el ejército, que fue transformán­
     dose profundamente a medida que las expediciones fueron deshaciendo
     la composición inicial, macedonia y griega, y obligando a enrolar cada
     vez a más orientales.  Los gastos militares, a los que debían añadirse los
     sueldos de los íunciorumos, las grandes obras públicas y los fastos de la
     corte, requerían unos recursos inmensos. Alejandro, que extraía poco de
     su  reino macedonio y nada de Grecia, mantenía en Asia una fisc alidad
     incoherente, ya que prácticamente cada satrapía tenía su propio sistema
     de impuestos, territorial o personal, de cargas personales, y di  aduanas.
     De ahí que tuviera que echar mano sobre todo, y abundantemente, de
     los tesoros acumulados en los palacios aqueménidas.
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