Page 220 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
P. 220

220                    EL  MUNDO  HELENÍSTICO

      el Milindapanha {Preguntas de Milinda) lo muestra manteniendo sutiles
      diálogos filosóficos con un budista.  «Figura sorprendente, la de aquel
      griego sagaz y elocuente, tan bien adaptado al medio colonial que en la
     Iglesia de Buda debió adquirir la reputación de un neófito lleno de de­
     ferencia, casi de un santo» (R. Grousset). En realidad, no puede asegu­
     rarse que hubiera conversión. Algunos creen que el cambio de epíteto
      que se produjo en sus monedas al final de su reinado señala el momento
     en que se convirtió al budismo: efectivamente, Soter (Salvador)  dio pa­
     so a Dicaios (Justo), traducido como Dhramika en la leyenda india, que
     tal vez signifique aquel cuyo ideal es el Dharma.



         El reinado de Menandro señala el momento culminante del helenis­
     mo oriental. Las disputas entre dinastías o entre reyes lo debilitaron, y los
     grandes movimientos de población que afectaron a las estepas del Asia
     central hundieron a los Estados griegos. Más allá del Yaxartes, vivían nó­
     madas bárbaros en inquietante torbellino: eran los saka (nombre dado en
     Asia a los escitas), de raza irania. Más lejos, en los oasis de la cuenca del
     Tarim, estaban los sedentarios indoeuropeos (no iraníes), los yue-che de
     los textos chinos (a buen seguro los tocarlos, los tokharoigriegos). A me­
     diados del siglo II, los yue-che fueron violentamente expulsados por los
     hiong-nu  (probablemente,  los  antepasados  de  los  hunos)  y,  entonces,
     ejercieron una terrible presión sobre los saka, a los que ellos mismos si­
     guieron muy pronto en su camino hacia Afganistán y la India.
         En el 130, los bárbaros se apoderaron de Sogdiana, de hecho la Hé-
     lade del Uzbekistán. Hacia el 100, conquistaron Bactriana, y los griegos
     sólo lograron mantenerse en los pequeños  cantones  del Badajshán,  al
     norte del Hindu Kush. Los reinos grecoindios pervivieron largo tiempo,
     pero la unidad se convirtió en fragmentación (había por lo menos cinco
     Estados) y habrá una gran inestabilidad política. El poder pasaba de ma­
     no en mano, y la única figura que destaca es la de un soberano enérgico,
     Antálcidas (véanse las págs. 221-222). Los Estados griegos desaparecie­
     ron en el Panjab hacia el 75, en Gandhara hacia el 70 y hacia el 50 en el
     valle superior del Kabul, última plaza fuerte del helenismo.

     Una civilización eurasiática

         Lo más sorprendente de todo es que aquellos reinos grecobactrianos
     y, más tarde, grecoindios se mantuvieran por dos siglos. Esa apasionan­
   215   216   217   218   219   220   221   222   223   224   225